Ensayo Unidad 1, por Jesica Bosso

“(Hablando sobre Bolivia): Creo que el tema central es el enfrentamiento entre la gente de la misma clase social, trabajadores que están a punto de ser desclasados, y que son intolerantes los unos con los otros. Un retrato de la gente laburante de este país, de personas que pudieron tener un futuro y no lo tienen, de gente vencida. Son presas de una situación de la cual no pueden escapar, y los personajes no parecen darse cuenta de lo que están haciendo, o lo que está pasando. No eligen su destino, el destino los elige a ellos para protagonizar lo que se cuenta”.

Adrián Caetano

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El Film Bolivia (2001), de Adrián Caetano, narra la historia de Freddy, un inmigrante boliviano recién llegado a Argentina, que arriba con la esperanza de encontrar un futuro mejor para él y su familia. Consigue trabajo como parrillero en un bar de Constitución, donde debe convivir con Enrique, dueño del local, Rosa, una mesera, y los clientes del lugar (taxistas y vendedores ambulantes, en su mayoría). Allí, Freddy se adentra en un espiral de violencia, discriminación y xenofobia, que, luego de un hecho trágico, lo lleva a la muerte.

La película pertenece al llamado Nuevo Cine Argentino[1], un “nuevo régimen creativo” que se contrapone a los trabajos de la década anterior. La denominación hace referencia a un conjunto de largometrajes realizados entre 1996 y 2002 que tienen rasgos epocales en común. Se trata de un conjunto de problemáticas sociales propias de la década del ’90 y de las consecuencias del modelo neoliberal: la creciente desocupación, la flexibilización laboral, el trabajo en negro, la inmigración de países limítrofes, la marginación, la aparición de los nuevos pobres y la figura del excluido.

Freddy es blanco de la discriminación racial y el maltrato verbal y físico por parte de los clientes del bar y la policía (se dirigen a él llamándolo “negro de mierda” o “bolita”). También es sometido en la precariedad de su vida (duerme en un bar) y en sus condiciones laborales (la jornada de trabajo parece interminable).

Según Rossana Reguillo en su artículo “Ensayo(s) sobre la(s) violencia(s): breve agenda para la discusión”, a partir del maltrato y de la representación de algunos grupos sociales como “los malos” (en el que están incluidos los inmigrantes), ese “otro” es demonizado como un extranjero, debido a las diferencias en las visiones del mundo y en las prácticas que esa comunidad estableció como dominantes y propias.

La etapa actual que está viviendo la sociedad, la de las comunicaciones, es representada a través de las migraciones “geográficas, religiosas, sexuales, políticas”. De esta manera, aquellos que emigran a otro país debido a la miseria extrema en la que viven, son vistos como “los salvajes de fin de siglo” y “enemigos del orden”.

Además, en el film también se observa que uno de los asiduos del bar, un vendedor ambulante llamado Héctor, es discriminado y burlado, pero por su condición de homosexual y por ser cordobés.

Por otra parte, Reguillo establece que la ciudad “(…) es hoy uno de lo escenarios donde la violencia muestra con mayor frecuencia su rostro de muerte”[2], como le sucede al protagonista quien, luego de un enfrentamiento con el Oso (uno de los clientes del bar), encuentra la muerte tras un disparo por parte de éste.

La autora propone dos categorías para dar cuenta del impacto que la violencia tiene en los espacios urbanos: confiabilidad y vulnerabilidad. El habitante de las ciudades subsiste en esta relación de tirantez, que ya está firme en el imaginario colectivo.

Para las personas que habitan las ciudades, es importante poner límites a los elementos simbólicos y materiales que son una amenaza para la sociedad.

El ciudadano deja en manos de los expertos la satisfacción de sus necesidades, pero, muchas veces, esos sistemas no funcionan correctamente, revelando la indefensión como cotidiana. Así, los “saberes menores” solucionan la tensión entre confiabilidad y vulnerabilidad, a partir de la instalación de ciertos códigos de conducta y relación, unidos con aquellas representaciones genuinas para el conjunto social. Cuanto mayor sea la vulnerabilidad de ese colectivo social y menor la confianza en los expertos, habrá más tendencia a apelar a las “explicaciones mitológicas” sobre la violencia, como los estigmas contra los inmigrantes.

Tosca Hernández, en su texto “Des-cubriendo la violencia”, señala que ésta es el uso de la fuerza física o verbal para dañar a otro, con el objetivo de obtener de éste algo que no desea otorgar por voluntad propia. Así, el afectado puede responder a esa violencia con contraviolencia.

Este término es utilizado en discursos en los que se busca influenciar la opinión de un tercero, satanizar acciones para distinguir lo bueno de lo malo, con intensión moral o política que justifica la contraviolencia. “Este es uno de los mecanismos de significación que fomenta el establecimiento de los círculos viciosos de violencia”[3]. Siguiendo este comentario, se observa como Freddy, luego de ser víctima pasiva de los maltratos, decide responder a las agresiones del Oso golpeándolo, acción respondida con el disparo que pone fin a la vida del inmigrante. De esta manera y a pesar de su fallecimiento, el boliviano no logra salir de ese círculo de violencia en el que ingresó, ya que se constituye en víctima de su propia contraviolencia.

Freddy es víctima de la violencia y la discriminación a partir de su contacto diario con personas xenófobas, por ejemplo, la constante tensión con los personajes del bar y con la policía misma, quien lo trata como un delincuente cuando lo sorprenden una noche caminando por la calle.

Tal como aparece en Bolivia, Hernández afirma que la violencia irrumpe en la interacción o en la interrelación humana del hombre con sí mismo, con otros hombres o con su espacio propio. La violencia es una manera de vivir del humano, dónde éste no es solamente mera corporalidad ni una forma de vivir, sino una dinámica que implica determinada corporalidad y determinada forma de vivir. Es, a su vez, un hecho comunicativo, demuestra las barreras de “la aceptación del otro junto a uno”, permite mostrar la relación entre humanos y su impedimento o negación.

Como bien ejemplifica el film, “(…) una de las violencias más características de este tiempo es la llamada violencia identitaria, que se manifiesta en todos los procesos de purificación étnica, sectaria o fundamentalista y en procesos xenófobos contra el extraño o el extranjero”[4]. Este tipo de violencia está naturalizado en el interior de la sociedad: “Si en un espacio relacional predominan y se aceptan de manera “natural” (no se perciben como negativas o se perciben connaturales, imposibles de resolver) acciones o comportamientos donde se niega o silencia al “otro” en la relación, se tiende a crear un sustrato cultural favorable a las manifestaciones de la violencia. Este es el caso de las relaciones de poder, discriminatorias, de desigualdad y de exclusión social, favorecidas en dinámicas propias de la estructura social, y que se constituyen a través de su permanencia en el tiempo, en sustrato cultural favorable a su manifestación”[5].

Así, la violencia muestra una matriz cultural vasta que la desarrolla y, una vez originada, la sedimenta otra vez en el inconciente colectivo, lo que permite que aquella violencia sea vivida como natural.

Partiendo de esto, se ve en el largometraje que el discurso xenófobo ejercido hacia el protagonista está tan adentrado en la sociedad que no es observado ni reprobado por el colectivo social. Nadie se atreve a enfrentarlo, frenarlo o ponerlo en duda, sino que todos los personajes alrededor del inmigrante lo repiten y aprueban (excepto Rosa, que es una inmigrante paraguaya), reproduciendo el círculo de violencia.

Según Rosa Del Olmo, en “Ciudades duras y violencia urbana”, las causas de la violencia en las ciudades se encuentran en algunos hechos a escala mundial, nacional y local, que tuvieron lugar desde los ’80, y desataron la problemática actual, “(…) como la crisis fiscal internacional, el desmonte del Estado benefactor, el cambio de los conceptos del gasto fiscal y de la regulación estatal, las políticas de ajuste, el creciente desempleo, las migraciones internas en América Latina, el incremento de la economía informal, el creciente deterioro de los servicios públicos, la corrupción, el narcotráfico y la impunidad”[6]. Todos estos elementos afectaron la calidad de vida de los habitantes de las ciudades y aumentó la cantidad de situaciones violentas, agravadas por las desigualdades económicas y políticas.

En Bolivia se expresa de manera constante el odio hacia los inmigrantes de países limítrofes, porque, según los personajes, “vienen a trabajar al país por dos mangos y le saca el puesto de trabajo a los argentinos”. Esto contribuye a agravar la mala situación del país, la precarización y la falta de trabajo que se experimentaba por aquellos años en los que transcurre la película (finales de la década del ’90, previos a la crisis desatada en diciembre de 2001).

Este discurso frente a los inmigrantes es reproducido desde el mismo Estado. María Seoane retoma a la socióloga Susana Torrado que señala, en relación a los prejuicios sobre los inmigrantes de otros puntos del Cono Sur, que "en 1994 o 95, cuando fue el primer pico de la suba de la desocupación, Cavallo les echó la culpa a los inmigrantes limítrofes. En realidad era una maniobra política porque estaba desnudándose la desocupación inherente a la convertibilidad. Otro tema que golpeó más es que se traían trabajadores limítrofes porque les pagaban menos que a los argentinos. Se usaba esa mano de obra para bajar costos."[7]

Osvaldo Baigorria y Mónica Swarinsky plantean que la díada civilización/ barbarie, instalada en la prensa argentina en el siglo XIX, está aún vigente y es naturalizada por la prensa y por la sociedad actual.

En Bolivia, esta dicotomía está presente. Freddy, e inclusive Rosa, aparecen como la barbarie inmigrante, los “otros” que habitan espacios que no les pertenecen; del otro lado están Enrique y los parroquianos que acuden diariamente al bar, que representan a la civilización y se sienten amenazados frente a la llegada de los “salvajes”, que invaden aquellos espacios que no les pertenecen.


Bibliografía

  • AGUILAR, Gonzalo, Otros mundos: un ensayo sobre el nuevo cine argentino, Santiago Arcos Editor, Buenos Aires, 2006.
  • BAIGORRIA, Osvaldo y SWARINSKY, Mónica, “La máquina de trazar fronteras”, en Martín, Stella y Pereyra, Marcelo (eds.), La irrupción del delito en la vida cotidiana. Estudios en comunicación, cultura y opinión pública, Buenos Aires, Biblos, 2009.
  • DEL OLMO, Rosa, “Ciudades duras y violencia urbana”, en Revista Nueva Sociedad, Caracas, 2002.
  • HERNÁNDEZ, Tosca, “Des-cubriendo la violencia”, en Briceño- León, R. (comp.), Violencia, sociedad y justicia en América Latina, Buenos Aires, CLACSO, 2002.
  • REGUILLO, Rossana, “Ensayo(s) sobre la(s) violencia(s): breve agenda para la discusión”. En Signo y pensamiento nº 29/ segundo semestre de 2006. Bogotá, Facultad de Comunicación Social, Universidad Javeriana.
  • SEONE, María, “Adios al prejuicio de la “invasión” de inmigrantes del Cono Sur”, en Clarín, 11 de abril de 2004. Fecha de consulta: 4 de abril de 2011.




[1]“El Nuevo Cine Argentino tiene su acta de bautismo con el Premio Especial del Jurado otorgado a Pizza, birra, faso, de Adrián Caetano y Bruno Stagnaro en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata de 1997 y su consagración definitiva en 1999, con los premios a Mejor Director y Mejor Actor dados a Mundo Grúa de Pablo Trapero en el BAFICI”. Aguilar, Gonzalo, Otros mundos: un ensayo sobre el nuevo cine argentino, Santiago Arcos Editor, Buenos Aires, 2006.

[2] REGUILLO, Rossana, “Ensayo(s) sobre la(s) violencia(s): breve agenda para la discusión”. En Signo y pensamiento nº 29/ segundo semestre de 2006. Bogotá, Facultad de Comunicación Social, Universidad Javeriana.

[3]HERNÁNDEZ, Tosca, “Des-cubriendo la violencia”, en Briceño- León, R. (comp.), Violencia, sociedad y justicia en América Latina, Buenos Aires, CLACSO, 2002.

[4] HERNÁNDEZ, Tosca, “Des-cubriendo la violencia”, en Briceño- León, R. (comp.), Violencia, sociedad y justicia en América Latina, Buenos Aires, CLACSO, 2002.

[5] HERNÁNDEZ, T. Op. Cit.

[6] DEL OLMO, Rosa, “Ciudades duras y violencia urbana”, en Revista Nueva Sociedad, Caracas, 2002.

[7] SEONE, María, “Adios al prejuicio de la “invasión” de inmigrantes del Cono Sur”, en Clarín, 11 de abril de 2004. Fecha de consulta: 4 de abril de 2011.

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