Violencia, Medios de Comunicación y Guerra, por Mariana Ortega

Para abordar las temáticas de la Unidad II, “Violencia y Sociedad”, trabajaré con un artículo periodístico sobre la guerra en Irak, o mejor dicho sobre la guerra de EEUU contra Irak, el cual me provee de material para tratar esta problemática desde los textos vistos en clase. Dicho articulo, se tituló: “Obama anunciará hoy el fin de la guerra en Irak”, y fue publicado el 31 de agosto de 2010, por el periódico matutino La Mañana de Neuquén. En el mismo, anexado al final del ensayo, hace referencia en un par de párrafos al presunto retiro de las tropas de Estados Unidos en Irak y refieren de manera acotada los motivos de la invasión y de su finalización.

Como bien sabemos, los medios de comunicación basan buena parte de su información de noticias sobre los conflictos internacionales que suceden en todo el mundo. Tal como lo plantea Carlos Zeller la Guerra, es un tema central de la información periodística, ya que como en todo conflicto, los actores se enfrentan por intereses económicos, políticos y/o geográficos. Sin embargo, la forma en que los medios abordan esta problemática, no siempre se caracteriza por la intención de informar, en muchas ocasiones sólo buscan el alto impacto en la audiencia y la venta a través de la formación de una opinión y de una realidad meramente construida y muchas veces falseada, como se especifica en el articulo periodístico, respecto de las ideas al iniciar el combate bélico, titulado “Operación Libertad para Irak”, en el 2003: “la guerra en Irak, buscó derrocar a Saddam Hussein, restituir la democracia y destruir las armas de destrucción masiva que eran entregadas a los terroristas”. Esta justificación que se utilizó para invadir un país, posteriormente se mostró como falsa. Se comprobó que no existían las pretendidas armas de destrucción masiva, ya que luego de la invasión, el Grupo de Investigación en Irak llegó a la conclusión de que Irak había terminado sus programas para desarrollar dichas armas en 1991. Además, la muerte del líder iraki Saddam Hussein, viene a ser justificada por los Estados Unidos, ya que según ellos él habría cooperado para la realización del atentado a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, no pudieron hallar pruebas de que existiera una relación de cooperación entre Saddam Hussein y Al Qaeda. Los medios de comunicación difundieron primero todas estas noticias como reales, verdaderas y después, pasado el tiempo sin hallar pruebas, tuvieron que desdecirse. Como menciona Penalva, en la guerra, a través de la propaganda como el medio más eficaz para legitimar la violencia, se difunde una versión parcial de la realidad y el falseamiento de la misma, ya que aparte de estas versiones falsas, Estados Unidos también justifico su invasión a partir de las siguientes afirmaciones: el apoyo financiero de Irak para las familias de terroristas suicidas palestinos, violaciones de los derechos humanos por parte del gobierno iraquí y propagación de la democracia. Para la difusión de estas versiones, los gobiernos, en este caso el de EEUU, disponen de medios afines y silencian a los medios opositores. Dice Penalva que “la propaganda es un viejo recurso que funciona actualizándose sobre nuevos enemigos para justificar intervenciones en todo el planeta”. Además del consentimiento de la población, también se consigue su activa participación en la lucha, como señala el artículo “participaron más de un millón de uniformados estadounidenses”. Sin embargo, el artículo omite cuantos soldados irakies participaron del conflicto, cuantos civiles fueron muertos y cuantos uniformados estadounidenses perecieron en el campo de batalla. Esto nos proporciona sólo una versión parcial de dicho conflicto. Tampoco se explican las verdaderas raíces del conflicto ni las relaciones que históricamente se desarrollaron entre oriente y occidente que en muchos casos se encuentran en la pobreza, la desigualdad y la marginalidad.

Como se viene sosteniendo los gobiernos necesitan crear una imagen negativa del adversario, desmoralizarlo, y los medios de comunicación cumplen a la perfección esta tarea. Para lo cual muchas veces, exageran la amenaza real que determinados clases sociales o grupos “delincuentes/ terroristas”, tienen para la sociedad, generando preocupación y muchas veces pánico, viendo en el “otro”, distinto a uno, un enemigo racial, potentemente destructor y asesino. La información disponible refuerza los estereotipos occidentales y desvía la atención del público hacia las manifestaciones más impactantes del conflicto. Esto lleva a demandas sociales que exigen al poder establecido protección, como son las demandas en nuestro país y en cualquier otro, bajo el rotulo de “mayor Seguridad”. En el caso de la guerra en Irak, se podía ver claramente cómo luego del atentado a las Torres Gemelas, la sociedad en general sentía un importante temor a cualquier individuo perteneciente al Islam. Ya que los medios locales de EEUU o la mayoría de los medios de occidente en general, exacerbaban las diferencias étnicas. Sin embargo, no todos los terroristas son musulmanes ni todos los musulmanes son terroristas. Esto lleva como dice Penalva a caracterizar los conflictos como puramente étnicos. El autor, señala que el etiquetamiento es unos de los principales recursos de la persuasión y de la violencia cultural. Esto sucede con frecuencia dada una visión parcial y estereotipos creados por los medios de comunicación, que degeneran y distorsionan la realidad. Como señala G. Gerbner, desde la guerra civil, los antagonismos de clase, expresados en términos raciales, sexuales e incluso religiosos, dominaron los conflictos en Estados Unidos. Los medios de comunicación fueron utilizados por el gobierno para crear y promocionar una imagen del adversario afín con su campaña belicista.

Panalva, aporta a esta problemática el planteo de la violencia representada y de la sobrerrepresentación de la violencia difundida a través de los medios. Dice que en este tipo de coberturas se habla más de la violencia generada en el campo de batalla que de la resolución de dichos conflictos, y dice que si se tiene en cuenta que muchas veces los conflictos se resuelven de modo no violento se deduce que en los medios se produce una sobre-representación de la violencia. También lo menciona G. Gerbner cuando asegura que hay pocos estudios sobre la atención que presta la prensa a las cuestiones de la paz y la guerra.

Los autores explican que esto sucede porque así lo exige la mercantilización de la información, por la búsqueda de una respuesta emocional del público a través de la preferencia por las imágenes violentas bajo la dictadura del tiempo real. Esto pude verse claramente en este conflicto en la ejecución del líder Saddam Hussein y la exhibición reiterada de su cadáver en los noticieros y en todas las portadas de los diarios del mundo. Lo mismo ocurre cuando algún medio (noticiero o periódico) publica imágenes de los desastres que producen las guerras en la sociedad civil o lo que dejó la guerra, como enfermedades, síndromes y discapacidades. Es lo que Penalva denomina “Efecto CNN”, la apelación al “humanitarismo”, la preferencia en la inmediatez de la imagen, el afán de los medios de comunicación por buscar y mostrar imágenes de alto impacto, cuando en la realidad, la imagen sola no es capaz de explicar las raíces económicas, sociopolíticas y culturales de los conflictos bélicos. Estas situaciones reiteradas por los medios, llevan a distorsiones que privan al conocimiento del ciudadano del contexto y en la que los destinatarios sólo se quedan con la imagen de las sociedades irracionales y con el sentimiento humanitario de compasión por las victimas. Esto también es usado por los gobiernos enfrentados para desligar responsabilidades y ganar adeptos a sus posturas, consiguiendo el apoyo de los ciudadanos y aliados de otros países.

Si bien es verdad que hoy existe una mayor conciencia en la población en general, acerca del conocimiento de derechos y libertades de los ciudadanos y de las resoluciones pacificas de los conflictos, no se puede negar que la manipulación desde los medios de comunicación también existe, y que hay enormes intereses políticos y económicos detrás de estos poderosos aparatos ideológicos, mucho más aún cuando se debaten intensos intereses como los yacimientos petrolíferos que posee el país de Irak. Los autores abordados opinan desde distintos lugares que en la guerra el análisis que realiza el periodismo es incompleto e inconsistente, dominados por la lógica comercial de la oferta y la demanda, están más atentos al foco del conflicto, que a la resolución de problemas. Lo que se plantea acá es que lugar deben ocupar y que función deben cumplir periodistas y medios de comunicación. Sin intentar ir demasiado lejos acerca de la ética periodística, opino que en cuanto a la función del periodismo que considera a la sociedad constituida por ciudadanos merecedores de información completa, veraz y adecuada sobre estas problemáticas, sostengo que como profesionales deben alejarse de la inmediatez de la imagen, de la dictadura del tiempo real, de la mercantilización de la información y de vez en cuando atender las dimensiones ausentes de la noticia, porque tal vez ahí se encuentre la explicación o por lo menos algunas causas que llevan a ese modo de enfrentamiento, más cercano a problemas estructurales como la pobreza, la exclusión y la desigualdad de las poblaciones afectadas.

Bibliografía Consultada

Penalva, Clemente (2002): “El tratamiento de la violencia en los medios de comunicación”.Alternativas. Cuadernos de Trabajo Social, nº 10, pp. 395-412.

Gerbner, George (1990). La violencia y el terror en los medios de comunicación de Masas (fragmento). París, UNESCO.

Zeller, Carlos (2007) “La representación periodística de la violencia y de la desigualdad social”. En www.portalcomunicación.com

http://www.lmneuquen.com.ar/noticias/2010/8/31/81584.php

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