Doble Crimen de Colegiales, por Mariana Ortega

Para elaborar la propuesta de trabajo de la Unidad III, “Violencia y Delito”, trabajaré con la cobertura realizada a través de una serie de artículos periodísticos del Diario de tirada nacional, La Nación, seleccionados de la sección Policiales, sobre lo que se conoció como el “Doble Crimen de Colegiales”, que consistió en el asesinato a Ignacio Bareriro, de 48 años, dueño de un restaurante en dicho barrio y a su hijastro, Jorge Daniel Almada de 26 años.

Los artículos se encuentran anexados todos al final del trabajo y datan del año 2006, desde que se conoce el doble asesinato, hasta las connotaciones y opiniones del caso y de sus culpables. Estas reflexiones me parecieron de vital importancia para desarrollar una serie de reflexiones sobre las temáticas más importantes a la que apunta el seminario.

Cuestionario:

1- El tema que se aborda es el asesinato de dos personas: Ignacio Bareiro de 48 años, dueño de un Restaurante llamada Nacho´s en el barrio de Colegiales, en la Capital Federal; y de su hijastro Jorge Daniel Almada de 26 años de edad, el cual se encontraba en la parrilla festejando su cumpleaños. Los dos hombres fueron asesinados por dos jóvenes que entraron a robar dinero de la caja del negocio. Según se explicita en uno de los artículos periodístico, titulado “Conmueve un doble crimen en Colegiales”, del jueves 13 de julio de 2006, Ignacio Bareiro fue asaltado por los dos delincuentes en su restaurante, se estaban llevando el dinero de la caja, cuando entró en escena su hijastro, Jorge Daniel Almada, quien al intentar detener a los delincuentes, también fue asesinado.

La investigación policial, llevó a la detención de tres personas: Jonatan Inostroza de 19 años, un menor de 17 años, de quien se resguarda su identidad; y un taxista, llamado Sergio Porpic, quien manejaba el vehiculo en el que escaparon con el dinero. Sin embargo a los que mas se hace referencia en toda la cobertura es a los dos jóvenes.

¿Se inscribe al delito en una serie? ¿Cuál?

La noticia en los primeros días se titula en el diario, “La crisis de Seguridad”: Colegiales: conmoción por el doble crimen durante un robo”, como también, “Conmueve un doble crimen en colegiales” y está enmarcada en “Inseguridad en la capital: hechos cada vez más violentos”, o sea, que el tema de la noticia es el asesinato de estos dos hombres, pero la cuestión que se plantea en estos artículos es la Inseguridad. Se especifica en los párrafos siguientes que este doble crimen se suma a otros robos violentos en la capital federal que terminaron en asesinatos. A partir de aquí se disparan una serie de temas relacionados con el hecho, pero que también tienen que ver con cuestiones sociales, económicas, políticas y culturales más profundas, que sin embargo son abordadas sin ningún análisis previo.

Se narra el hecho ocurrido en detalle, pero luego este doble crimen se lo inscribe en esta serie de delitos sin resolver en la capital federal, los que menciona el diario como “Casos Resonantes”, son los siguientes:

Degollado en Colegiales (19 de mayo): Miguel Ángel Fernández, dueño de un local en Colegiales, fue degollado por dos asaltantes. Asesinato en Palermo (5 de junio) Mataron a María Pía Guglielmi, en Palermo. La mujer fue emboscada cerca del Club de Golf, a plena luz del día. Violación en el subte (16 de junio): Una joven denunció que fue bajada a la fuerza de la estación Callao del subte B, arrastrada, robada y violada alrededor de las 15. Muerte en Retiro (4 de julio) Un policía quiso evitar un robo en el Banco Río de Juncal 735 y fue asesinado por uno de los delincuentes que entraron a robar. Locura en Av. Cabildo (6 de julio) Un hombre que caminaba por la avenida Cabildo al 1700 mató a un joven y hirió a otras seis personas. Está prófugo. Tiroteo en el centro (7 de julio) A las 19, en las avenidas 9 de Julio y Córdoba, se produjo un tiroteo entre la policía y dos delincuentes que le habían robado un bolso a un turista. Tragedia en Monserrat (8 de julio) El sargento Alberto Encina fue asesinado cuando intentó impedir que un grupo de delincuentes asaltara un autoservicio, Uno de ellos murió en el tiroteo. Era un gendarme en actividad.

Se narra una seguidilla de actos criminales (asesinatos, violaciones, asaltos) en barrios “bien” de la capital federal, probablemente donde residen personas que son asiduos lectores de este diario, como son los barrios de Palermo, Colegiales, Belgrano y el centro capitalino, sobre el cual este sería un hecho delictivo más de una seguidilla de los que allí se detallan dentro de la serie “Inseguridad”. Lo curioso que se instala una gran serie como “delitos en la capital” pero en realidad se nombran delitos ocurridos en ciertos barrios, en barrios acomodados de la capital federal y se excluyen los que ocurren en una gran cantidad de barrios porteños de menor poder adquisitivo. Entonces este, seria un crimen dentro de una mini serie de hechos en los barrios bien, enmarcados en una serie mayor que incluye a toda La Capital, como dice el subtítulo del artículo. Además de la cantidad de siniestros descriptos, la corta distancia que narra entre un hecho y otro también pueden resultar un síntoma de alarma para el lector, que entra en una especie de pánico moral, noción que Islas y Miguez retoman de Hall y que expresa no sólo aquellas tendencias objetivas reflejadas por las estadísticas, sino también está caracterizada por los esfuerzos de diversos actores, como los medios de comunicación, sectores políticos y expertos en seguridad, otorgan en significados que difunden en tendencias objetivas de la realidad; y en general, engrandecen los riesgos, promoviendo una sensación exagerada de ansiedad y temor en la población, lo cual por lo general se traduce en demandas o consensos en torno a políticas públicas represivas y restrictivas de las libertades. Con respecto a esto, al final del primer articulo describe que en las vidrieras de la parrilla había un cartel pegado, realizado por un grupo de vecinos que convocaban a una marcha por “Alfredo Marcenac” (el joven de 18 que murió por un tirador en Cabildo al 1700); y que alguien que estaba en el negocio agregó a ese mismo cartel la siguiente escritura: “Y por todas las victimas de la Inseguridad”.

2- Contextualización de la información. ¿Se reconocen motivos macro?

En lo que respecta a la cobertura realizada por el medio específicamente no se pone en duda en ningún momento quienes fueron los delincuentes, desde el primer momento se los nombra, se los reconoce y se los define, como: “jóvenes, menores, reincidentes, cebados, zarpados, chileno”. De este modo la información es contextualizada de modo estigmatizante, discriminatorio y xenofóbico con respecto a los delincuentes, en forma reiterada. Las primeras menciones que se realizan en alusión a los victimarios es:

“Tres delincuentes asaltaron en la medianoche un restaurante, ubicado en la avenida Forest al 1400 (…) la policía detuvo a los asaltantes, uno de ellos, menor y otro, reincidente”.

“¡Tirale, tirale! Grito el ladrón de 19 años, su cómplice de 17 disparo”.

Ahora bien, este tipo de contextualización tiene una impronta discriminatoria y xenofóbica en el modo que caracteriza a uno de los jóvenes por su nacionalidad, cuando se habla de uno de los detenidos se expresa como información destacable: “Jonathan Aníbal Toloza Inostroza, chileno, de 19 años”. Esta alusión a su nacionalidad se realiza cada vez que se lo nombra y en todas las notas seleccionadas y este modo de presentar la información acerca del victimario produce rápidamente en la sociedad la caracterización del delincuente con el “joven, pobre, extranjero y drogado”. Así se asocia a personas con estas caracteristicas a comportamientos criminales o desviantes, y se comienza a tener miedo a ciertos enclaves urbanos, se estigmatizan ciertos biotipos y sectores sociales y se demandan de políticas represivas.

Lo que más se remarca del hecho es la edad de los delincuentes. Este tema de la edad se sabe que es un debate siempre abierto en nuestro país a través de medios de comunicación que apoyan “la mano dura”, y que cuando ocurren estos hechos delictivos vuelve a ponerse en discusión, si se baja o se mantiene la edad de imputabilidad, y en el caso de que sean menores de edad, que se debe hacer. Es obvio que este discurso mediático sobre “la mano dura”, tiene una tendencia de fuentes oficialistas policiales y con un sector político, que entiende que para terminar con el tema de la delincuencia es importante imponer penas más largas y severas para los delincuentes. Este tipo de discursos informativos colaboran en la estigmatización del victimario, porque se arraiga fuertemente en el imaginario colectivo y no contempla la realidad sociopolítica en la que están insertas los victimarios.

Con respecto a las victimas se hace referencia a la zona geográfica donde vivian, el barrio de Colegiales, un barrio de clase media de gente trabajadora, y se los presenta como gente común, laburante de clase media urbana, las únicas referencias son a las familias de las victimas. Por lo tanto, se discrimina en tanto no se hace referencia o mención de motivos macro ni estructurales de la situación social de los involucrados en los crímenes. Como lo expresa Martín Iglesias, los medios, en este caso la línea editorial de La Nación, al tratar la violencia, la falta de seguridad, el incremento de la delincuencia sin contextos sociopolíticos, lo que hacen es hacer aparecer, a los sectores marginados, jóvenes como los responsables directos de la inseguridad en los barrios de la capital y esto lleva a un clima de hostigamiento, persecución de determinadas figuras preconstruidas y justifica las medidas que se cometen en contra de los mismos.

Otro punto destacable de la información es incluir en varias oportunidades en las crónicas la palabra “cebado” o “sacado”, acerca de la actitud de los victimarios al momento del asalto. Ya que esto permite a los lectores una construcción imaginaria de la figura del delincuente, poniéndole marcas, rasgos, estigmas, que discriminan y no aclaran nada sobre el crimen y que además en situaciones de pánico o temor social llevaría a identificar a estas personas con el delito.

3 - Tipificación de víctimas y victimarios.

Las victimas son presentadas como una familia normal, trabajadora de clase media, laburante, que vive la vida sin molestar a nadie. Se hace referencia a la composición entera del grupo familiar de Bareiro, los cuales son presentados como gente inocente que disfruta del cariño de la familia, sin conflictos, “gente como uno”.

Los victimarios en cambio, son representados con otro tipo de palabras, la única referencia a ellos es a través de palabras sueltas: “jóvenes, menores, reincidentes, cebados, chileno, delincuentes, ladrón, asesinos”.

Durante toda la cobertura está presente esta distinción permanente entre las victimas, gente de bien y los victimarios, gente de mal, inadaptados sociales. El relato versa en esta contraposición, en esta dicotomía del par: civilización/barbarie, los buenos contra los malos, que puede traducirse en los nativos civilizados contra los extranjeros (chilenos) bárbaros y salvajes.

El contraste se produce cuando se hace referencia a los victimarios del hecho, es notable como cambia el tono del enunciador, puede verse claramente en esta cita:

“Cuando faltaban diez minutos para la medianoche del martes, la familia estaba reunida en la parrilla Nacho s, de Forest 1399, que estaba cerrada al público. Eran más de 15 personas ubicadas en las mesas del fondo, contra la escalera, cubiertas de manteles rojos y amarillos. Estaba la hija de Almada, de 4 años, otro hijo de Bareiro, llamado Rubén, de 21, y otras mujeres y chicos”. De repente el relato sentimental y novelesco se corta para dar entrada a la irrupción de los maleantes: “Dos jóvenes, supuestamente el menor de 17 años y el de 19, entraron con pistolas en mano y exigieron a los gritos: "¡La plata! ¡Las billeteras! ¡Los celulares!" (…) el dueño de la parrilla bajó la escalera desde el baño. Bareiro se quedó helado. Uno de los ladrones lo empujó contra la pared y el otro lo azuzó: "¡Tirale, tirale!". El menor lo fusiló de un tiro en el pecho.

El relato que venía siguiendo un ritmo melancólico, deja de serlo y cambia de tono (con todas las exclamaciones que aparecen) para marcar una distancia a través de en la situación que vivían las victimas civilizadas y la posterior cuando entran en escena los delincuentes juveniles, denominados así por el diario, que no son gente, son criminales, bárbaros, inadaptados. Vuelve a ser notorio el uso de algunos estigmas que figuran como marcas comunes en los delincuentes, jóvenes, menores, sacados, o sea que realizan prácticas abusivas de alcohol y/o drogas, que expresa a través de la siguiente enunciación: la actitud de los delincuentes, que -según dice- estaban "muy cebados". Esto como mencioné anteriormente genera una suerte de paranoia dirigida a discriminar a las clases populares o personas pertenecientes a esta que posean estos rasgo, o como casos de aquellas personas que tienen adicciones y se los criminaliza por el consumo.

4- Lugar del Enunciador

El enunciador no es objetivo, no marca una distancia dentro del texto respecto del mensaje que está enviando. En el titulo el enunciador se ubica como voz de la problemática que aqueja a la población, en este caso la “Ola de inseguridad”, la cual puede verse en frases como:

- Inseguridad en la Capital: hechos cada vez más violentos”.

- “Este doble crimen se suma a robos violentos en la Capital que terminaron en asesinatos”.

- "Y por todas las víctimas de la inseguridad".

- "Espero que se haga justicia".

A través de estas enunciaciones el diario se ubica del lado de las victimas y lejos de los delincuentes. Si bien hay pedidos de justicia por parte de la Familia Bareiro (“Lo que espero es que se haga justicia y que cumplan la condena que tengan que cumplir"). y ciertas críticas a los jueces que liberaron a Jonatan Inostroza ("Yo creo que los jueces no mataron a mi hermano y a mi viejo, pero tienen una gran cuota de responsabilidad, si los jueces liberan a una persona con una fianza de 400 pesos, por qué no investigaron de donde salió esa plata, si era delincuente es muy fácil que haya salido a robar para pagarla."), no hay un pedido explicito por parte de los familiares de la pena de muerte. Sin embargo el Diario a partir de su línea editorial, caracterizada por la “defensa del orden público” y la “lucha contra la delincuencia” dentro de la “ola de inseguridad” pone en debate este tema así como la edad de imputabilidad de los menores a través de toda la cobertura. De hecho el titulo de una de las notas es “Condenado por matar cuando era menor”, celebrando que le hayan dado la pena de 25 años de prisión por un delito que cometió cuando tenía 17 años. Desde el principio se hace referencia a que eran “reincidentes”, y se critica a los jueces que lo habían dejado en libertad, ya que si estaría encerrado se habría evitado este hecho.

Como lo expresa Sandra Gayol y Gustavo Kessler, el uso de los distintos dispositivos de enunciación: políticos, jueces, policía, opinión pública tienden a diferenciar entre un uso razonable y un uso excesivo de la fuerza. Hay un imaginario legitimador de prácticas violentas durante la cobertura de la noticia, así la acción de los delincuentes es vista como homicidio y la persecución policial a los tiros por toda la capital está legitimada por el medio. De este modo la persecución y represión policial es legitimada bajo el justificativo de la “lucha contra el crimen”. En el pie de la crónica puede verse las notas relacionadas con esta noticia, en este caso puede leerse:

Por todas estas referencias es un enunciador subjetivo el que relata la situación, constantemente asume una postura de los damnificados, así el medio se convierte en el portavoz oficial de lo que les sucede a los que viven victimas de la inseguridad.

5 - Construcción del ámbito criminal, naturaleza del crimen y de los criminales.

Durante la cobertura se realiza la descripción del lugar de la tragedia al que se describe como el restaurante Nacho´s, ubicado en la calle Forest al 1400, una parrillita sencilla en el barrio tranquilo de Colegiales. La narración del sitio de la tragedia se realiza de modo coloquial, la familia reunida alrededor de la mesa, en un ambiente ameno, agradable, de fiesta, de celebración, hasta que de repente se produce la irrupción de los inadaptados, drogados o alcoholizados, salvajes, bárbaros, portando armas, asaltando a los presentes a punta de pistola, robando celulares, billeteras, atracando la caja, gritando y baleando a aquel que le ofreciera resistencia. Esta es la construcción del escenario del crimen que realiza el diario. Lo que reitera es que las personas se encontraban en lugar público que para la ocasión estaba cerrado al público y que de repente fueron atacadas. En esta enunciación también hay un imaginario socialmente aceptado y es el de “el monstruo de la inseguridad”, el hecho de estar disfrutando determinada situación y que se produzca un acontecimiento inesperado, ser asaltado o abordado por cualquiera, por lo general anormales, salvajes, monstruos. Así, a través de esta dramatización y espectacularización de la información, los medios de comunicación se convierten en los arquitectos del miedo y del fantasma de la inseguridad.

6- Construcción del verosímil.

El verosímil es construido de modo diversificado, por un lado se citan fuentes oficiales como la policía y fuentes judiciales, además aparecen figuras institucaionales como el ministro del interior, Aníbal Fernández y especialistas que opininan sobre criminalidad. Por otro lado se encuentran las voces de familiares (el hijo y el hermano de las victimas, Rubén Bareiro y la viuda y madre de las victimas, Margarita Torres), además de vecinos del barrio de colegiales. Otra estrategia de la construcción del verosimil es la narración que realiza el enunciador en detalle de lo que ocurre en la escena del crimen:

“Vestido de mozo, con su indumentaria de trabajo habitual, Rubén Bareiro había decidido esa noche agasajar a Jorge, su medio hermano mayor, que festejaba junto a familiares y amigos su cumpleaños número 26.”

“Rubén junto con su medio hermano mayor, Jorge Diego Almada; su padre, Ignacio Bareiro, y un grupo de entre 15 y 20 familiares y amigos se encontraban reunidos en el restaurante Nacho s, en la avenida Forest y Zárraga,..”.

Dos jóvenes, supuestamente el menor de 17 años y el de 19, entraron con pistolas en mano y exigieron a los gritos: "¡La plata! ¡Las billeteras! ¡Los celulares!". Todo duró pocos minutos. Cuando se convencieron de que no había dinero en la caja y se conformaron con 200 pesos que les sacaron a los invitados, el dueño de la parrilla bajó la escalera desde el baño. Bareiro se quedó helado. Uno de los ladrones lo empujó contra la pared y el otro lo azuzó: "¡Tirale, tirale!". El menor lo fusiló de un tiro en el pecho.

El texto es acompañado por una fotografía del restaurante Nacho´s, lugar de la tragedia, además en una de las noticias hay un mapa que muestra el barrio de colegiales y marca específicamente las calles donde está ubicado dicho restaurante. Hay otras fotografías que ilustran el texto que son de las dos victimas, Ignacio Barreiro y Jorge Almada, ambos en distintas fotografías son acompañados por su nieta de 4 años.

7- Caracterización de la ley. Evaluación del medio sobre el accionar policial

En esta cobertura, se califica el accionar policial y de las autoridades involucradas en el caso como especializadas, capacitados y autorizados para llevar adelante las acciones. Respecto al accionar de la fuerza policial, La Nación destaca y legitima su procedimiento:

“Los ladrones huyeron, pero la policía ya había sido alertada del tiroteo. Un patrullero llegó a la parrilla y un testigo describió el auto en el que se habían escapado los delincuentes. Así patrulleros de la comisarías 37a. y 39a. "peinaron" la zona en busca del taxi. Lo ubicaron y persiguieron a los tiros por Álvarez Thomas hasta que se internaron en las intrincadas calles de Parque Chas. Tomaron por Urdininea y al llegar a Ballivián, quedaron atrapados por media docena de patrulleros. Los policías detuvieron a los dos jóvenes que ocupaban el asiento trasero del taxi y al conductor.

Así el accionar de los policías se legitima, se justifica a partir del cliche tan instalado como es “la lucha contra el crimen”, sus prácticas violentas no son revisadas ni cuestionadas por el medio, que se justifica a través de un “uso razonable de la violencia”.

Si bien en un primer momento se critica a los jueces por dejar libre a los menores bajo fianza después, de la renuncia de uno y el enjuiciamiento del otro juez por este tema, se recalca el buen accionar de la justicia al condenar a los acusados a reclusión perpetúa, en palabras de Margarita Torres, viuda y madre de las victimas:

"Este fallo demuestra que cuando los jueces y la policía trabajan bien se puede hacer justicia".

De esta manera, puede verse que la ley fue caracterizada también como siendo portada por los familiares y vecinos, el reclamo es legitimo porque se entiende como el reclamo del pueblo, de ciudadanos libres y honestos contra los asesinos y criminales.

Reflexión personal

Como pudimos ver, durante la cobertura que realiza el Diario La Nación hay una fuerte estigmatización y discriminación de los victimarios, como personas salvajes, brutales, a través de las figuras de dos jóvenes de bajos recursos, presentados como menores que estando drogados o alcoholizados, o fuera de sí y no encuentran nada mejor que hacer que salir a robar y asesinar. Así, las noticias que unen droga, inseguridad y delincuencia, se imponen en el discurso contra el delito. A la vez construyen el estereotipo contrario, el de las victimas: el de la familia feliz, alrededor de las mesa, celebrando la vida. Esta contradicción trae a la escena la dicotomía del par civilización/barbarie, hombre/naturaleza. Este pensamiento produce la simplificación total de los hechos y de las realidades sociales y complejas, bajo el rótulo de Inseguridad, deriva en focalizaciones parciales del delito y la violencia, como lo menciona Martín Iglesias, el conflicto se simplifica y el discurso del orden y de la mano dura se manifiesta con toda su fuerza. Los principales destinatarios de este discurso serian los sospechosos de siempre: los pobres, marginados, jóvenes, adictos y extranjeros, conformando un imaginario que se instala rápidamente en la sociedad, llevando identificación de delincuentes por estas características y justificando las políticas represivas del estado contra los más carenciados.

Está claro que la violencia delictiva no puede entenderse desvinculada de procesos políticos, económicos y culturales que contienen sus propias formas interrelacionadas de violencia. Como expresan los autores de esta unidad “Violencia y Delito”, comprender la violencia obliga también a estudiar los substratos políticos, económicos y sociales sobre los que se asientan, y además el funcionamiento de algunas instituciones estatales y de los discursos mediáticos que a través de discursos tomados de fuentes oficiales o políticas con intereses particulares, generan visiones distorsionadas de la realidad o incompletas.

Bibliografía Consultada

  • Isla, Alejandro y Míguez, Daniel (2003): “De las violencias y sus modos. Introducción” y “Conclusiones: El Estado y la Violencia Urbana. Problemas de Legitimidad y Legalidad”. En Isla, A. y Míguez, D. (coord.): Heridas urbanas. Violencia delictiva y transformaciones sociales en los noventa. Buenos Aires, Editorial De las Ciencias.

  • Iglesias, Martín (2005): “Unidad temática: delincuencia urbana-inseguridad”. En Mediados. Sentidos sociales y sociedad a partir de los medios masivos de comunicación. Cuaderno de Trabajo Nº 57. Buenos Aires, Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.

  • Gayol, Sandra y Kressler, Gustavo (2002): “Introducción”. En Gayol, S. y Kessler G. (comps.): Violencia, Delito y Justicias en Argentina. Buenos Aires, Manantial.

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