A LAS NIÑAS BUENAS TAMBIÉN LES PASAN COSAS MALAS. EL CRIMEN DE LUCILA YACONIS Y LA CONSTRUCCIÓN MEDIÁTICA DEL PELIGRO, por Julián Lucero

Para este trabajo se tomó el caso del intento de violación y asesinato, en Núñez, de Lucila Yaconis, una joven de 16 años que sufrió estos ataques a fines de abril del 2003. Esta noticia en particular fue seleccionada ya que supuso una amplia cobertura mediática. Pero el punto más interesante de elegir esta noticia fue que lo sucedido a Yaconis se convirtió en un caso, en términos de Ford. Hay casos individuales que provocan, según el autor, una masa de discusión pública mayor que otras temáticas propuestas desde las instituciones oficiales. El caso tratado mediáticamente tiene un nivel ejemplar. Tomando un hecho o suceso individual o microsocial, el medio lo construye narrativamente y lo utiliza como punto de partida para realizar generalizaciones o definiciones de lo macrosocial. Es decir, recurre a un método inductivo y consolida o instala imaginarios sociales que hacen y moldean a la convivencia ciudadana.

Si bien el caso Yaconis no tuvo el nivel de narrativización e impacto que tuvieron casos como los de María Soledad Morales o Carrasco, sí tuvo una profusa cobertura que sigue vigente hasta la actualidad y se tomó como exemplum de una realidad cotidiana que viven los vecinos de los barrios de Núñez o Belgrano. En diversas notas sobre otros hechos de violación, el caso Yaconis reaparecía como referencia obligada y como puntal principal para narrar la “inseguridad de todos los días”.

El corpus elegido abarca noticias desde el año 2003 hasta el 2011. Se eligieron las noticias producidas en los primeros días posteriores al hecho y luego se tomaron notas que aparecieron en años sucesivos para dar cuenta del impacto que produjo el caso y de su instalación en el imaginario colectivo. Además, esta breve y quizás asistemática revisión, puede ser una vía para analizar qué tipo de reflexiones suscita un hecho como este y si con los años, estas se alteran o se mantienen impertérritas. Como dato final cabe resaltar que todas las noticias fueron extraídas del diario Clarín.

El análisis se hará siguiendo el siguiente cuestionario y respondiendo punto por punto para hacer la exposición lo más clara y precisa posible.

CUESTIONARIO GUÍA

1- Tema. ¿Se inscribe el delito en alguna serie? ¿En cuál?

El tema general de las notas analizadas es la inseguridad. Si bien se trata de hechos de violaciones y ataques sexuales a mujeres, los mismos son tratados como más ejemplos de la falta de seguridad cotidiana que padecen los ciudadanos de la ciudad de Buenos Aires. En el caso específico de Lucila Yaconis, el suceso no se inscribió en una serie definida, sino que se lo presentó como “un caso más”. Es destacable un pasaje de la nota del 27 de abril de 2003, titulada UNA CHICA SOÑADORA QUE QUERÍA SER ESTRELLA DE TV. El mismo es una cita que hace la redactora de algo expresado por la madre de la víctima:

En esa época a las nenas las criábamos entre todos, porque las madres mirábamos por la ventana. A un lado y al otro de la calle, las madres nos asomábamos por las ventanas para cuidar a todos los chicos. Era un barrio solidario. Desde que empezó la inseguridad, se terminó la silla o la reposera en la vereda” (el remarcado es nuestro)

Lo notable de este pequeño pasaje es que justamente refiere a la instalación de cierto imaginario social en torno a la inseguridad: esta empieza en un momento. Plantearlo de este modo implica la suposición de que antes de ese momento iniciático, no había inseguridad. El crimen de Lucila Yaconis se dio en el marco sociohistórico en el que la inseguridad ya había empezado y cuando ya no se podía estar con tranquilidad en la vereda o caminando por la calle.

Ahora bien, como se adelantó, el asesinato de Yaconis puede tomarse como un ejemplo de lo que Ford trabaja en su texto sobre la exasperación del caso. Así, el caso Yaconis fue el inicio de una serie. Entonces, el asesinato de la chica no estuvo inserto en ninguna serie en particular, sino que se lo acentuó como un hecho más de inseguridad. Pero en los días posteriores, este caso sirvió como referencia para sucesos similares, los que fueron encuadrados en la serie iniciada por el caso Yaconis. Como ejemplo de esto pueden citarse las notas ESTÁ GRAVE UNA CHICA DE 17 AÑOS A LA QUE VIOLARON EN COGHLAN (publicada el 28 de junio de 2003); NO PARAN LOS ATAQUES SEXUALES EN LA ZONA DONDE MATARON A LUCILA YACONIS (presente en la edición del 18 de agosto de 2003); OTRA VIOLACIÓN, ESTA VEZ EN EL LÍMITE DE CAPITAL Y VICENTE LÓPEZ (del 1° de septiembre de 2003). En estas tres notas se hacen referencias a nuevos casos de violación junto a las vías del ferrocarril y en la zona de Núñez. El caso Yaconis se toma como punto de partida y, a partir de él, Clarín puede decir que no paran los ataques sexuales. Además de estas notas sobre hechos particulares, el caso también movilizó editoriales y notas de opinión en el diario. Retomando a Chejter, se puede decir que lo nuevo en las noticias sobre violación es el hecho de dar cuenta de un nuevo episodio reciente, que se agrega y suma a los ya conocidos, serializando los acontecimientos y consolidando lógicas agregativas que poco hacen para el estudio profundo de las causas y estructuras sociales que sustentan dichos hechos.

Como breve conclusión, el asesinato de la joven de 16 años no se inscribió en una serie peculiar, pero sí fue un caso que dio inicio a una serie, la de los delitos sexuales al borde de las vías del tren.

2- Contextualización de la información. ¿Se reconocen motivos macro?

Como se mencionó, la información de lo sucedido con Yaconis fue analizada como un caso más de inseguridad. Esto implicó que no hubo contextualización alguna en esta noticia. El intento de violación y posterior asesinato fueron presentados como hechos aberrantes, producidos en un contexto social hegemonizado por el miedo y la inseguridad. Este tipo de tratamiento impide todo reconocimiento de motivos macro o de análisis de estructuras socioculturales que pudiesen servir como guías para entender los fenómenos de violencia de género. Pereyra define, retomando las propuestas de Ariznabarreta, a la violencia de género como “todo acto violento basado en la pertenencia al sexo femenino que tiene como resultado un sufrimiento físico, sexual y/o psicológico”. Esta definición amplia permite poner en el centro de la escena el rol principal que juegan el género de los victimarios y el género de las víctimas para entender este tipo de violencia.

Es destacable la continuidad de ciertas conclusiones expuestas en el trabajo de Pereyra sobre el caso de Nora Dalmasso y el de Yaconis. En ese texto, el autor afirma que la violencia contra las mujeres pierde su peso específico al ser reducida a hechos aislados que promueven coberturas espasmódicas. En su análisis del caso Dalmasso, afirma que en toda la cobertura trabajada no hubo nunca una reflexión sobre la violencia de género como una cuestión social. La violencia de género se trata como un crimen más, sentencia el autor. Esto se replica exactamente en el caso de Yaconis y en la serie que este desencadenó. Dice Chejter: “Al tamizar la noticia de violación, pensada como hecho morboso y como concesión al gusto del pueblo ávido de sensaciones, los diarios ‘serios’ muestran cuál es la concepción que prevalece en la emisión y construcción de la noticia de violación, asimilándola como igual e indiferenciada de las demás noticias policiales”.

El ataque sexual y el asesinato fueron acentuados como crímenes cotidianos y la noticia más cercana a un análisis en profundidad, fue el editorial del diario, del 3 de julio de 2003, titulado LA VIOLENCIA SEXUAL CONTRA LAS MUJERES. Si bien en el primer párrafo del editorial se menciona la “compleja trama cultural” que rodea a esta violencia, no hay un análisis estructural de la violencia de género. En este editorial, voz oficial e ideológica del medio, se circunscribe los problemas de violencia contra la mujer a los hechos de violación. De esta manera, en el concepto de violencia contra las mujeres, no se inscriben las prácticas cotidianas de maltrato, agresión moral y psicológica que sufren las mujeres en una sociedad regida por principios patriarcales.

3- Tipificación de víctimas y victimarios. ¿Cuáles son los rasgos predominantes?

En el caso de Lucila Yaconis, la víctima fue tipificada como una joven inocente, soñadora, buena chica y estudiante. Algunas de las frases que describieron a la adolescente fueron:

A Lucila sólo había que conocerla un poco para darse cuenta qué tipo de persona era: dulce, recatada, suave, educada” (23/04/03); “Era buena alumna, aplicada y bastante tranquila” (23/04/03); “[Lucila y su hermana mayor] Eran tan saludables —dice Isabel [la madre]— que en la casa no entraba ni un cigarrillo” (27/04/03).

En un fragmento de la nota del 27/04/03, en la que se describe la vida cotidiana de Lucila antes de lo ocurrido, se dice lo siguiente:

“(…) camina rápido la cuadra que le queda hasta el paso a nivel de Comodoro Rivadavia y Paroissien, el mismo que cruza cada día para llegar a su casa. No es tarde: son las siete menos cuarto, pero ya está oscuro. Lucila Yaconis no tiene miedo, o más bien, aprendió a convivir con el miedo

Estas breves citas dan cuenta de la construcción y tipificación que se hizo de la víctima. Es necesario resaltar la referencia al miedo y a cómo Lucila aprendió a convivir con él. El miedo ha sido materia densa de análisis y pensamiento. Friedrich Engels sostenía que la esencia del Estado y de la religión es el miedo que la humanidad se infunde a sí misma. En su interesante libro “Miedo y sociedad”, Carlo Mongardini sostiene que el miedo puede responder a peligros reales o imaginarios y que es un concepto clave en su vinculación con la sociedad y la socialización. El miedo produce sociedad, dice el autor. Produce las condiciones para crear determinado tipo de asociación. De esta manera, el miedo deja de ser una mera emoción instintiva (si es que estas existen) y pasa a ser un campo de disputa, de lucha y de actuación ideológica. Está cargado de significaciones y es una institución sociohistórica. Por esto mismo, el miedo puede tomarse como instrumento de control social.

En el trabajo de Madriz se hace mención a la “paradoja del miedo”, que se refiere a que las sensaciones de miedo son más fuertes entre aquellos menos proclives a sufrir ataques. Es decir, los grados de victimización no son coherentes con los niveles de padecimiento concreto de delitos o ataques. Estas conclusiones fueron recientemente secundadas en el trabajo de Gabriel Kessler, “El sentimiento de inseguridad”. Siguiendo con Madriz, ella sostiene que las diferencias de género impactan en diferencias respecto al sentimiento de miedo. Las mujeres, subordinadas a un régimen e ideología patriarcal, son formadas y socializadas en el miedo. No se puede entender la feminidad occidental sin considerar el rol del miedo. Desde jóvenes las niñas son adoctrinadas a “sentarse como señoritas”, a “tener siempre las piernas juntas”, a “no levantarse la pollera” y a “no hablar con extraños”. Todo esto porque de no hacerlo, “algo malo podría ocurrirle” y “a las niñas buenas no les pasa nada malo”. A los varones también se les hacen recomendaciones del tipo no hablar con extraños, pero el motivo es otro. En las niñas, estas recomendaciones buscan evitar en lo posible que las jóvenes sean manoseadas, abusadas o violadas. Es decir, la motivación de esas recomendaciones es un producto inescindible de la cultura patriarcal. Todo esto perpetúa un estado de situación e internaliza, en la mujer, ciertas pautas de comportamiento y modos de ser.

Otro aspecto interesante a destacar respecto a las descripciones de Lucila es lo que explica Madriz, citada por Pereyra, acerca de que las imágenes y construcciones de mujeres víctimas tienen dos extremos: la víctima inocente y la culpable. Yaconis entraría en la categoría de víctima inocente, no se relacionaba con personas indeseables o desconocidas, no frecuentaba lugares de riesgo o inapropiados en horas no convencionales, no se vestía de modo provocativo, etc. Esto implica que el victimario toma la figura ideal, ya que es un desconocido, lo que habilita una cobertura mediática sensacionalista y superficial, sin necesidad de ahondar en las estructurales macrosociales y culturales que dan lugar a este tipo de hechos.

Cuatro ejemplos pueden citarse de este tipo de construcción de victimario desconocido y externo, ajeno al círculo de sus víctimas. En una nota del 28 de junio de 2003, titulada ESTÁ GRAVE UNA CHICA DE 17 AÑOS A LA QUE VIOLARON EN COGHLAN, se describe la situación de esta manera: “[La chica] Iba en su bicicleta por las tranquilas calles del barrio hasta que un hombre la sorprendió y la obligó a ir hasta las vías del ex ferrocarril Mitre. Allí la violó”. En otra noticia, esta vez publicada el 2 de septiembre de 2003, titulada EL VIOLADOR PASÓ FRENTE A POLICÍAS, el primer párrafo dice así:

La sorprendió a una cuadra de la Fiscalía de Saavedra. La amenazó con un cuchillo y la obligó a caminar con él hacia el lado de la General Paz porque, según le dijo, estaba escapando de la Policía. Para calmarla le aseguró que cuando estuviesen del lado de la provincia la iba a dejar ir. Así, el atacante y su víctima pasaron por delante de al menos cuatro policías que estaban haciendo un control vehicular en la calle Holmberg y no sospecharon nada. Ya en Vicente López, el hombre llevó a la chica hasta un terreno ferroviario y allí la violó” (resaltado en el original).

El tercer ejemplo data del 13 de mayo de 2006, en una nota titulada DENUNCIAN OTROS DOS CASOS DE VIOLACIÓN EN LAS CALLES DE NÚÑEZ. En la misma se lee: “Las dos jóvenes iban caminando despreocupadamente cuando, de manera sorpresiva, un auto les cortó el paso y las descolocó. De él se bajó un hombre y con amenazas logró meterlas en el coche. Allí mismo las violó” (resaltado en el original).

El cuarto ejemplo, da cuenta una vez más de la astucia de los violadores. El 21 de septiembre de 2007, Clarín publicó la nota titulada UN VIOLADOR SE OCULTABA CON TRE IDENTIDADES PARA SEGUIR ATACANDO, en la que se destacan las habilidades y estrategias utilizadas por un violador para no ser encontrado por la policía.

Estos breves ejemplos dan cuenta de la tipificación general que se hizo de los victimarios: personas desconocidas, anónimas, que sorprenden a sus víctimas y son capaces de burlar los controles policiales. El segundo ejemplo funciona como caso de la polaridad puntualizada por Pereyra e Iriondo, que establece al violador como astuto y a las mujeres violadas como ingenuas. Esto desemboca en una mirada esquemática y poco profunda acerca de la violencia ejercida contra las mujeres. Los autores agregan que esta imagen de violador astuto se contrapone directamente con la ingenuidad, despreocupación y tranquilidad de las víctimas. Retomando a Fernández Díaz, el discurso periodístico construye a las víctimas de delitos sexuales en correlación con las características de sus agresores.

Otra manera de mencionar y tipificar a los victimarios es animalizarlos y presentarlos como seres irracionales, locos, dementes. En una nota del editor Ricardo Roa, publicada el 13 de diciembre de 2005 y titulada ¿CUÁNTAS VÍCTIMAS HACEN FALTA?, se expresa lo siguiente:

“Tiene 19 años y también un infierno que un demente depositó en ella”; “¿Cómo puede ser que en una estación de trenes un demente pueda atrapar a una chica, llevarla a un descampado y lastimarla para siempre?”;” Uno de los rasgos más enigmáticos de un violador es esa duplicidad que le permitió a este hombre [un presunto asesino y violador dejado en libertad] amar tal vez a una mujer y perpetrar semejantes horrores con otras” (resaltados en el original).

En otra nota, del 28 de septiembre de 2006, titulada "DE REPENTE APARECIÓ ESTA BESTIA Y NOS CAMBIÓ LA VIDA", se hace una construcción del victimario como alguien irracional y bestial. En la nota se cita la siguiente declaración del padre de una víctima de violación:

“‘Hasta la semana pasada teníamos una vida normal. Estábamos tranquilos, viviendo como cualquier familia", explicó Alberto, padre de la víctima, sobre el motivo de esta marcha. "Mi hija tiene dos trabajos, es una gran ciudadana y de repente apareció esta bestia y nos cambió la vida’" (resaltado en el original)

Una vez más se hace referencia a la calidad ciudadana y humana de la víctima en contraposición a la irracionalidad y bestialidad del agresor. Ahora bien, esta construcción implica algunos riesgos ya que, como bien señalan Pereyra e Iriondo, la patologización del delincuente, concretada al describirlo como un demente o una bestia, diluyen la total y absoluta responsabilidad que le cabe en el hecho delictivo. Si un violador es construido como un loco o una bestia, entonces no se le pueden aplicar las leyes humanas, racionales y ciudadanas. Entonces, parece que casi se disculpa su accionar, ya que a un animal no se le puede pedir que actúe racionalmente y de acuerdo con las lógicas sociales. Y así aparece otra interesante paradoja: si bien los casos de violación, como ya se ha dicho, son tratados como otros ejemplos de inseguridad o como un crimen más, a sus perpetradores, sus victimarios, no se los nombra como delincuentes, sino que son dementes, locos, animales, chacales, bestias, etc. De este modo, la violación aparece como algo incontrolable e inevitable, ya que es producto de mentes alienadas. Al respecto, cabe mencionar brevemente un nota al pie realizada por Fernández Díaz en su texto “Las mujeres y los discursos mediáticos”, en la que discute con esta dicotomía normalidad/anormalidad o racional/demente. Según lo expresado en esta anotación, los grupos feministas desmantelaron la consolidada creencia alrededor del monstruo sádico o el demente sexual, demostrando que la mayoría de las agresiones de género son cometidas por hombres “normales”, padres de familia, con los que existen vínculos amistosos o familiares.

4- Ubicación del enunciador. ¿Hay un enunciador tipo?

En la cobertura del caso Yaconis y de los posteriores hechos vinculados al mismo, el diario Clarín y su línea editorial, se ubicaron como portadores de racionalidad y como portavoces de las problemáticas que más aquejan a parte de su lectorado de clase media/alta. La enunciación del diario se basó en replicar los argumentos más extendidos e instalados en la sociedad sobre la problemática de la violencia contra la mujer.

La enunciación analizada construyó un mundo posible, en términos de Rodrigo Alsina, en el que la inseguridad acecha y las violaciones en la zona de Núñez y Belgrano son cosa de todos los días. Así, el diario fue coherente con su contrato de lectura y se embanderó detrás de discursos exigentes de más represión y presencia policial en la zona (como puede verse en la nota del 14 de agosto de 2003, titulada PROMETEN PONER MÁS POLICÍAS EN LA ZONA DONDE HUBO VIOLACIONES, en la noticia del 13 de diciembre de 2005, NÚÑEZ: VIOLAN A OTRA JOVEN Y LOS VECINOS PIDEN MÁS SEGURIDAD, y en la reciente nota del 7 de mayo de 2011, titulada UN PEDIDO PARA QUE PONGAN MÁS VIGILANCIA).

El tipo de cobertura focalizó lo sucedido como un caso más de inseguridad, reforzando así el imaginario construido en los últimos años acerca de la “ola de inseguridad” y de la imposibilidad de vivir con tranquilidad en la Argentina (esto puede verse en el ejemplo citado en el punto 1). Los redactores y editorialistas del medio piden por mayor seguridad y actuación del Estado para prevenir este tipo de hechos, que todos califican como aberrantes y horrorosos para la vida y psiquis de las víctimas. Sin embargo, el enunciador no logra exceder una visión superficial, pidiendo más represión y mayores penas a los violadores, y así no alcanza a estudiar las causalidades estructurales que fomentan estos hechos.

Finalmente, en varias notas, algunas ya mencionadas, se destaca el valor ciudadano y humano de las víctimas. El diario se pone de este lado, de la vereda de la ley, el respeto a los valores instituidos y los buenos vecinos y familias. Frente a este conjunto que representa el medio, se ubican los dementes y las bestias que violan a las mujeres. La cuestión es, una vez más, analizar quién define la demencia o bestialidad de los otros.

5- Construcción del ámbito criminal, de la naturaleza del crimen y del o los criminales. ¿A qué imaginarios o representaciones sociales remite?

La construcción del ámbito criminal realizada por la cobertura de Clarín lo constituyó en un espacio marginal, a los costados de la vida vecinal y transitada. Las violaciones tratadas en el diario ocurrieron todas en las cercanías de las vías del tren, en terraplenes, en descampados, etc. El ejemplo más claro de esto se puede apreciar en la nota publicada el 20 de diciembre de 2003, titulada MIEDO EN LOS ALREDEDORES. La misma se transcribe completa a continuación:

El aumento de la seguridad en trenes, subtes y estaciones contrasta, sin embargo, con los graves episodios que ocurrieron este año a metros de las vías de distintos ramales. Entre estación y estación, las formaciones atraviesan terrenos descampados, muchas veces oscuros, muchas veces tierra de nadie. Algunos de ellos han sido escenario de hechos terribles, como el asesinato de Lucila Yaconis, el ataque sexual de una chica en Coghlan y la violación de dos mellizas de 15 años muy cerca de la estación de Haedo, entre otros.

Según la Policía, al advertir la fuerte presencia de los efectivos, los delincuentes se alejaron de las estaciones y aprovechan la oscuridad o soledad de los alrededores para robar y agredir a los pasajeros
” (resaltado en el original).

De esta manera, el crimen, la violación, quedan circunscriptos a lugares extraños, oscuros, despoblados. Esto implica, por razonamiento lógico, que los lugares cotidianos y habituados son seguros y nada malo puede pasar allí. Sin embargo, como ya se mencionó, la mayor proporción de agresiones de género se dan al interior del hogar y entre personas que tienen vínculos amistosos o familiares. Esta imagen de los descampados y de la tierra de nadie como los lugares de máxima tensión, se complementa con las escenas que describe la nota del 19 de agosto de 2004, TERRENOS FERROVIARIOS: QUEJAS POR LA INSEGURIDAD Y EL ABANDONO y con el cintillo repetido en varias notas que rezaba “Otra violación junto a las vías del ex ferrocarril Mitre” u “Otro ataque junto a las vías del ferrocarril”.

En la nota del 23/04/03, MATAN EN LAS VÍAS DEL TREN A UNA CHICA DE 16 AÑOS QUE SE RESISTIÓ A SER VIOLADA, el redactor presenta la siguiente descripción emocional:

De día la zona parece tranquila. A dos cuadras está la avenida del Libertador y a cuatro la cancha del club Defensores de Belgrano. Al llegar al final de la calle Vilela se destacan los carteles de las inmobiliarias: hay un par de casas que están en venta. Junto al terraplén de la vía hay un pequeño taller de ascensores. En la cuadra hay muchos árboles que de noche oscurecen el lugar.

Por las noches, el final de la cuadra es aprovechada por los travestis de la zona. Ayer, en la calle y la vereda se podían ver preservativos usados tirados en el piso
” (el resaltado en nuestro).

Esta descripción insiste con el tema de la oscuridad y el terraplén, como los factores de peligro. Más allá del fallido de decir que los árboles oscurecen el lugar a la noche (en todo caso, el lugar está oscuro porque es de noche. La presencia o no de árboles no alteraría la oscuridad nocturna), es interesante la diferencia que se establece al comienzo: de día, la zona parece tranquila. El problema es la combinación de los aspectos geográficos (terraplenes, vías, descampados, pastos crecidos) con la oscuridad. Cabe resaltar, por fin, las varias menciones que se hacen en varias notas de distintos casos, en los que las víctimas iban solas, de noche y se desenvolvían de modo despreocupado.

Respecto a la naturaleza del crimen, se lo describe como el peor de los hechos. La violación es un suceso que marca de por vida a sus víctimas y alrededor del cual se dan toda una serie de circunstancias, prejuicios y estigmas que no colaboran para la recuperación de las víctimas. Por eso se exige al Estado más control y presencia policial ya que este delito tiene consecuencias de por vida y destruye vidas. Ahora bien, este tipo de hechos es tratado como si fuera obra de dementes o seres irracionales. Es decir, la naturaleza del delito no se vincula con estructuras sociales o con las influencias que ejerce un régimen patriarcal. El delito aparece así como algo terrible, obra de dementes y por tanto, impredecible e incontrolable. Las características de los criminales ya fueron desarrolladas en el punto 3.

Toda esta construcción del ámbito criminal y del tipo de delito y tipificación de criminales reactiva el imaginario social que ubica a la violación como un hecho producido por locos, seres asociales, en lugares igualmente asociales, como los baldíos, terraplenes o bordes de las vías. La soledad de esos lugares se ha convertido en un aspecto ideal para realizar violaciones en ellos sin ser advertidos. El imaginario del sádico, del insaciable sexual que no se controla y que pulula por las noches, es sostenido por narrativas mediáticas como las analizadas.

6- Construcción del verosímil.

La estrategia para construir el verosímil más extendida en todas las notas leídas es la mención recurrente a las fuentes oficiales, policiales e institucionales. Es notable la sobrerrepresentación de la voz oficial en las coberturas. Además de estas fuentes, aparecen las voces de los familiares de las víctimas. El recurrir a fuentes de jerarquía y representantes de las instituciones oficiales, da más valor de verdad al discurso.

Otra estrategia es la conformación de lo que Tuchman llama la “trama de facticidad”. Esto se dio en los casos posteriores al asesinato de Lucila Yaconis. Con esta trama se busca dar sustancia a los hechos individuales a través de la mención de hechos previos. El conjunto consecuente de hechos se autovalida a sí mismo. Todos los hechos narrados en las noticias, se validan de acuerdo al hecho individual de Yaconis; el hecho particular se valida, a su vez, por estar inserto en cierto conjunto de hechos. Esto quedó ejemplificado cuando se habló de la serialización de las noticias.

También se ofrecen fotografías, mapas, videos y citas de estadísticas, lo que favorece a hacer más “objetivos” los datos e informaciones brindadas.

Por último, se recurre a la narrativización en clave literaria y casi folletinesca de los diversos sucesos. Como toda nota inserta en la sección policial, la cobertura tiene mucha relación con la literatura de suspenso y de detectives. Esto es resaltado por Chejter, quien dice que la cobertura de estas noticias está marcada por el enigma y el deseo de develar el misterio. En estas retóricas literarias, la cobertura brindaba detalles específicos de los lugares por los que transitaba la víctima, horarios y demás. Como ejemplos se pueden citar los siguientes:

Como todas las tardes, [Lucila Yaconis] salió de la casa de su abuela para ir hasta la suya. El trayecto no era largo y lo conocía de memoria. Pero nunca llegó: fue atacada sexualmente a 50 metros de su casa, junto a las vías del ex Ferrocarril Mitre, en Núñez. La chica, de 16 años, se resistió, pero el atacante la golpeó y la asfixió tapándole la boca y la nariz” (Clarín, 23/04/03)

“[Lucila] Tiene las medias tres cuarto grises, zapatos con cordones, jumper gris por sobre la rodilla y la chomba gris con vivos azules que corresponde al uniforme del Instituto General San Martín, cuando todavía no hace frío de invierno. El buzo azul, con el escudo, se bambolea anudado en la cintura. Y sobre el hombro derecho pesa la mochila con la tarea que le ocupó toda la tarde: un trabajo especial para el 29, el Día del Animal” (Clarín, 27/04/03)

Eran las cinco de la tarde y, como todos los días, salió del colegio y emprendió el regreso a su casa, en Coghlan. Iba en su bicicleta por las tranquilas calles del barrio hasta que un hombre la sorprendió y la obligó a ir hasta las vías del ex ferrocarril Mitre. Allí la violó, supuestamente junto a otros hombres. Ahora está internada en una clínica privada de Palermo. Tiene 17 años y está grave” (Clarín, 28/06/03, resaltado en el original)

Llegó al quiosco de Grecia y Crisólogo Larralde muy alterada. Buscaba un teléfono porque necesitaba hacer una llamada urgente. La dueña del quiosco le preguntó qué le pasaba y la chica, una estudiante de 19 años, primero no respondió. Pero unos segundos después se quebró y empezó a gritar: ‘Me violaron, me violaron” (Clarín, 13/12/05, resaltado en el original)

Estas narraciones propias de la literatura policial incluyen datos específicos y horarios, lo que carga de veracidad a los discursos mediáticos.

7- Caracterización de la ley. ¿Hay evaluación de parte del medio sobre el accionar policial?

A lo largo de la cobertura no se problematiza en demasía el accionar policial. En general, la crítica principal es cierta falta de rigurosidad de parte del sistema penal para con los violadores y se exige mayor actuación policial. Pero se reconoce el esfuerzo de los policías y fiscales que trabajan en la búsqueda de pruebas e indicios para dar con los culpables. Las críticas que se hacen, y esto debe destacarse, están presentes en algunos editoriales, en los que se destaca que muchas veces no se hacen las denuncias por violación debido a cierta actitud policial que pone en duda estas acusaciones y no se aproxima a la víctima del modo más adecuado.

Sin embargo, más allá de estas críticas, la exigencia es que justamente haya más policía y presencia de las fuerzas de seguridad en las zonas “calientes”. La policía tiene una actuación correcta, más allá de cierta “falta de tacto”, según la cobertura del diario. La ley se caracteriza entonces como siendo portada por los efectivos oficiales

Los transgresores de la ley son los violadores, los seres dementes que acechan por las callejuelas y vericuetos oscuros de la ciudad. Frente a ellos, aparecen las víctimas y familiares de ellas que son ciudadanos correctos, honestos, respetuosos de las leyes. Clarín resalta esta dicotomía y ubica a la policía como el garante fundamental del orden.

REFLEXIÓN PERSONAL FINAL

La violencia de género es una de las problemáticas estructurales de la sociedad. Más allá de los avances en materia de igualdad entre hombres y mujeres que muchos resaltan como signos concretos de una evolución, estos siguen sin dejar de ser una excepción. Como señala Fernández Díaz, la presencia femenina en ámbitos laborales y en los discursos mediáticos es minoritaria y, cuando ocupa un lugar protagónico, se lo toma como algo exótico, anormal. Es interesante resaltar que, en los casos en los que la mujer toma una postura más sólida y de peso, esto se suele asociar con valores masculinos que la mujer adoptó. Así, el éxito en el mundo social sólo es posible si se cuenta con la suficiente fuerza, rudeza, en fin, la suficiente masculinidad.

El concepto de género no puede asimilarse al de sexo. El género, explican Pereyra e Iriondo, se vincula con relaciones de poder y es entendido como constructor de identidades sociales. El género atribuye roles, campos de acción y diferentes atributos para cada sexo. Ahora bien, lo que debe repetirse una y otra vez es que las definiciones en torno al género no son heterónomas, sino que son productos sociohistóricos, cargados de diversos acentos ideológicos y que producen un determinado mundo. Por lo tanto, tal como indica Bourdieu, es necesario interrogar acerca de “cuáles son los mecanismos históricos responsables de la deshistorización y de la eternización relativas de las estructuras de la división sexual”. La definición de género y todo lo que ella implica no son inocuas y condicionan el tipo de existencia y mundo que se construirán.

La cobertura mediática analizada no tiene una visión integral de la violencia de género. La circunscribe al ámbito de un delito más. Así, una violación es casi lo mismo que cualquier otro robo. No se analizan las posiciones asimétricas entre los géneros, que probablemente sean la clave para entender este tipo de violencia. En trabajos previos se insistió en que la violencia era una manera de resolver los conflictos, un modo de convivencia social. La violencia de género no es la excepción. Esta violencia es una manera de dominar, material y simbólicamente, a la mujer. A través de esta violencia, el hombre delimita un modo particular de autolegitimación y de actuación en el mundo. Como bien señalan Pereyra e Iriondo, abordar lo vinculado a la violencia de género como un simple hecho policial más, invisibiliza los cimientos estructurales que dieron lugar a esta violencia y colaboran a generar sentimientos de angustia y pánico moral. Esto puede verse, en la cobertura analizada, con un repaso rápido por algunos titulares:

“MATAN EN LAS VÍAS DEL TREN A UNA CHICA DE 16 AÑOS QUE SE RESISTIÓ A SER VIOLADA” (23/04/2003); “ESTÁ GRAVE UNA CHICA DE 17 AÑOS A LA QUE VIOLARON EN COGHLAN” (28/06/03); “NO PARAN LOS ATAQUES SEXUALES EN LA ZONA DONDE MATARON A LUCILA YACONIS” (13/08/03); “OTRA VIOLACIÓN EN BELGRANO, PERO AHORA HAY UN DETENIDO” (16/08/03); “OTRA VIOLACIÓN, ESTA VEZ EN EL LÍMITE DE CAPITAL Y VICENTE LÓPEZ” (1/09/03); “UN TIPO DE DELITO QUE SE REPITE” (8/09/03); “MIEDO EN LOS ALREDEDORES” (20/12/03); “NÚÑEZ: VIOLAN A OTRA JOVEN Y LOS VECINOS PIDEN MÁS SEGURIDAD” (13/12/05); “DENUNCIAN OTROS DOS CASOS DE VIOLACIÓN EN LAS CALLES DE NÚÑEZ” (13/05/06)

Estas noticias abarcaban tanto el hecho de Yaconis como los de otras jóvenes violadas, pero el punto a destacar es que a pesar de la “ola de violaciones” en esa zona de la ciudad, la cobertura nunca analizó los motivos más profundos. La reflexión nunca llegó a discutir el quid de la cuestión. Nunca se habló de violencia de género, no se hizo referencias a la violencia que sufren día a día las mujeres por el solo hecho de serlas. Además, se ofrece una lectura falaz de la violencia contra la mujer y la violación, ya que se la situó siempre en el exterior, en los lugares descampados, en el bajo mundo, a manos de desconocidos y locos. Pero esto, como muchos grupos feministas han demostrado, no es así, ya que la mayoría de las agresiones que sufren las mujeres son producidas por personas “normales”, de su círculo íntimo o conocidos. La violencia cotidiana que sufren muchas mujeres en la intimidad de sus hogares no es tratada por el medio, ni siquiera es problematizada ni mencionada. Así, se pinta un panorama falso de la violencia contra la mujer. Pero este panorama es coherente con el régimen que el medio sustenta. Poner en crisis el régimen y la ideología patriarcal sería poner en crisis al conjunto de las instituciones sociales. Los medios, en general, son productos del mismo régimen y no pueden hacer más que sustentarlo. Como puntualiza Chejter, los medios se ocupan de reproducir la realidad social y sus construcciones solidifican lo ya existente. La cobertura mediática reproduce y consolida las relaciones de poder hegemónicas existentes. Los medios son defensores del Orden y no contemplan alteraciones que pongan en jaque la dominación masculina. Estos titulares imponen una sensación de miedo sobre la sociedad y, en especial, sobre las mujeres. Pero este miedo es una construcción. Como se dijo, se debe entender al miedo como una herramienta de domesticación y control social. Además, este tipo de discursos habilitan y legitiman toda una serie de reclamos por mayor seguridad y represión que desembocan en la consolidación de estigmas sociales, la reactivación de imaginarios y el avance de medidas represivas.

En un momento Villaplana afirma que “lo que no se nombra no existe”. Si la cobertura mediática no nombra la violencia de género, esta no existe, carece de entidad, no es. Ahora bien, como señala Crettiez, “¡no cualquiera tiene el poder de nombrar!”. Los medios tienen este poder. Las mujeres, no. Los medios usan este poder para invisibilizar las relaciones de dominación y poder y así, como diría Bourdieu, eternizan lo arbitrario. Spivak, una filósofa hindú autodenominada feminista-marxista-poscolonial publicó un libro cuyo título provoca la reflexión y el debate: “¿Puede hablar el subalterno?”. Ella, dicho rápidamente, considera a la mujer hindú como doblemente dominada y subalterna: por su condición de sujeto colonial y por su condición de mujer. Su conclusión es tajante: “el subalterno no puede hablar”. No tiene voz. No tiene entidad. Si el subalterno hablara, dejaría de ser subalterno. De esta manera, un régimen burgués, basado en la diferenciación de clases y en la imposición de valores, necesita de la subalternidad para perpetuarse. Si el subalterno pudiese hablar, tuviese poder y estuviese en igualdad de condiciones, el castillo de naipes social burgués se desmoronaría. Lo arbitrario se mostraría como lo que es y no se eternizaría. Las relaciones de dominación e imposición quedarían expuestas y vulnerables. Por eso, la lectura de Spivak debe forzarse un poco y tomarla con optimismo (y con dosis importantes de romanticismo utópico): el subalterno efectivamente no puede hablar, pero el día que hable no habrá más subalternos.

Un riesgo que debe mencionarse respecto a ciertas posturas feministas radica en el lugar incómodo que algunas de sus propuestas ocupan. Si bien a lo largo del trabajo se destacaron aportes del feminismo, esto no debe llevar a un elogio de esta ideología. El reemplazo pretendido por algunas extremistas de la falocracia a la “vaginocracia”, el pasaje del patriarcado al matriarcado, no suponen gestos progresistas. Como se dijo en trabajos previos, el cambio de una dominación por otra de distinto nombre, no deja de ser dominación. Todo –ismo en general es peligroso y el feminismo no es la excepción. No se debe caer en fanat–ismos. El objetivo debiera ser la construcción de una sociedad de iguales, sin imposiciones ni arbitrariedades, donde el género deje de ser un instrumento de poder y diferenciación. Por este objetivo debería cobrar importancia concreta y específica el estudio de la violencia de género. Si no fuera así, parafraseando a Stuart Hall, todas estas discusiones importarían un pito.

BIBLIOGRAFÍA

· Ariznabarreta, Larraitz et al (2006): Tratamiento de la violencia de género en la prensa vasca. San Sebastián, Universidad del Deusto.

· Bourdieu, Pierre (2003): “La eternización de lo arbitrario”. En La dominación masculina. Barcelona. Anagrama.

· Chejter, Silvia (1995): "Violencia contra las mujeres". En Informes de investigación, Nº 3, Ediciones del CECYM, Buenos Aires.

· Crettiez, Xavier (2009): Las formas de la violencia. Buenos Aires, Waldhuter Editores.

· Fernández Díaz, Natalia (2003): La violencia sexual y su representación en la prensa. Barcelona, Anthropos.

· Ford, Aníbal (1999): “La exasperación del caso”. En La marca de la bestia, Buenos Aires, Norma.

· Madriz, Esther (2001): “Introducción” (fragmento). En A las niñas buenas no les pasa nada malo, México, Siglo XXI.

· Mongardini, Carlo (2007):”Introducción”. En Miedo y sociedad, Madrid, Alianza.

· Pereyra, Marcelo (2009): “No matarás (de nuevo), o de cómo el crimen de Nora Dalmasso se transformó en pasión de multitudes”. Actas del I Congreso Interdisciplinario sobre Género y Sociedad. Debates y prácticas en torno a Violencias de género. Córdoba, Argentina, 28,29 y 30 de Mayo.

· Pereyra, Marcelo e Iriondo, Gisela (2009) “Violencia y dominación de género. Crónicas periodísticas de un mundo peligroso para las mujeres. Actas de las V Jornadas de Jóvenes Investigadores, Instituto de Investigaciones Gino Germani. Buenos Aires, 4, 5 y 6 de Noviembre.

· Spivak, Gayatri Chakravorty (2011): ¿Puede hablar el subalterno?, Buenos Aires, El cuenco de plata.

· Tuchman, Gaye (1978): La producción de la noticia. Estudio sobre la construcción de la realidad; México, Gustavo Gili.

· Villaplana, Virginia (2006): “Argumentos de no-ficción: género, representación y formas de violencia”. En www.carceldeamor.net/vsc/textos/textovp.html

· Links de noticias consultadas en el sitio web del diario Clarín (ordenadas cronológicamente)

23 de abril 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/04/23/s-03001.htm

http://edant.clarin.com/diario/2003/04/23/s-03015.htm

24 de abril 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/04/24/s-03401.htm

27 de abril 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/04/27/s-04415.htm

28 de junio 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/06/28/s-04801.htm

3 de julio 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/07/03/o-02001.htm

13 de agosto 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/08/13/s-02801.htm

14 de agosto 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/08/14/s-03501.htm

16 de agosto 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/08/16/s-03815.htm

1 de septiembre 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/09/01/s-04001.htm

2 de septiembre 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/09/02/s-04001.htm

8 de septiembre 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/09/08/g-04602.htm

12 de noviembre 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/11/12/g-03501.htm

20 de diciembre 2003

http://edant.clarin.com/diario/2003/12/20/h-05702.htm

19 de agosto 2004

http://edant.clarin.com/diario/2004/08/19/laciudad/h-04015.htm

13 de mayo 2005

http://old.clarin.com/diario/2006/05/13/policiales/g-07001.htm

22 de mayo 2005

http://old.clarin.com/diario/2005/05/22/policiales/g-06109.htm

7 de diciembre 2005

http://old.clarin.com/diario/2005/12/07/opinion/o-03401.htm

13 de diciembre 2005

http://old.clarin.com/diario/2005/12/13/opinion/o-01106910.htm

http://old.clarin.com/diario/2005/12/13/policiales/g-04815.htm

28 de septiembre 2006

http://old.clarin.com/diario/2006/09/28/policiales/g-04310.htm

12 de enero 2007

http://old.clarin.com/diario/2007/01/12/policiales/g-04601.htm

16 de septiembre 2007

http://old.clarin.com/diario/2007/09/16/policiales/g-06101.htm

21 de septiembre 2007

http://old.clarin.com/diario/2007/09/21/policiales/g-05601.htm

13 de julio 2008

http://edant.clarin.com/diario/2008/07/13/policiales/g-01714159.htm

24 de abril 2009

http://edant.clarin.com/diario/2009/04/24/policiales/g-01904449.htm

7 de mayo 2011

http://www.clarin.com/policiales/pedido-pongan-vigilancia_0_476352573.html

1 comentarios:

Gisela dijo...

Excelente idea de plasmar/difundir sus trabajos por este medio, felicitaciones! Gisela Iriondo

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