Dónde empieza el victimario, dónde termina la víctima. La construcción de inocencias y culpabilidades en el caso de General Villegas, por E. Cortina

Ø Introducción

El presente trabajo tiene como fin analizar la cobertura de la violación producida a fines de 2009 en la localidad de General Villegas, ubicada en la provincia de Buenos Aires. Este caso se caracterizó porque la menor involucrada, de 14 años de edad, fue abusada por tres hombres adultos, que luego difundieron un video del acto, filmado con un teléfono celular.

Cuando, varios meses después, el hecho salió a la luz, a partir de la difusión del video y la denuncia realizada por los padres de la joven, se generó un debate en el pueblo y en los medios de comunicación. Desde una visión patriarcal y machista, se discutía en qué medida la adolescente había sido víctima de un abuso y se argumentaba que, siendo sexualmente precoz y experimentada, había consentido el hecho, por lo cual los aparentes victimarios podrían en realidad ser inocentes ─ pese a que por ley, habiendo una menor involucrada en el hecho, los adultos necesariamente debían ser culpables de abuso sexual, sin importar si la relación sexual fue consentida─. Desde esta visión del caso, se realizaron en General Villegas manifestaciones de apoyo a los acusados, en los que una serie de de personas los reivindicaban como las auténticas víctimas.

El caso fue seguido de cerca por los medios durante todo el mes de mayo, dando lugar a una abundante producción informativa. La primera nota al respecto se publicó en La Nación el 7 de mayo de 2010. En el siguiente análisis, se toma como corpus de estudio una semana de cobertura, 13 artículos publicados por La Nación entre el 13 y el 19 de mayo de 2010. Se tomaron en cuenta tanto las notas publicadas en la edición impresa como en la online del diario.


Ø Ubicación de las notas al interior del diario. Tema.

Todos los artículos que conforman el corpus se encuentran ubicados en la sección de Información General del diario. Las volantas que encabezan las notas varían, pero todas ellos destacan la índole escandalosa y conmocionante del caso (“Ciudad convulsionada”; “Conmoción en General Villegas”), que en algunos casos es directamente anclada en el carácter sexual del hecho (“Escándalo sexual”; “El escándalo por un video porno”). Se trata de construcciones de características sensacionalistas.

Una de ellas, “Polémica en General Villegas”, introduce otro matiz: la idea de que en el caso habría motivo de polémica o controversia, por ende, que se encontraría abierto a la posibilidad de discusión y a que se planteen opiniones contrapuestas al respecto. En otras palabras, se da a entender que es discutible que la menor involucrada sea o no efectivamente una víctima o sus agresores sean verdaderamente culpables. Esta idea aparece luego reafirmada por la aparición de una nota en lanacion.com, en la que se invita a los lectores a opinar al respecto (“Opiná sobre el caso de abuso en General Villegas”, publicada el 14 de mayo de 2010). Se construye al caso como opinable, abierto a la discusión. De esta manera, hay una relativización de la condición violenta del hecho. Esto será profundizado en las próximas secciones del análisis.

En cuanto a la naturaleza del delito, se hace referencia de dos hechos: el abuso sexual de la menor por tres adultos mayores y, además, la filmación y difusión de estas imágenes. Estos delitos aparecen catalogados de diferentes maneras: se habla, en los distintos artículos, de “abuso sexual”; “violación sexual simple”, “abuso sexual agravado y corrupción de menores” y, por otro lado “difusión de pornografía infantil”. Se menciona también un cambio en la carátula de la causa (de “abuso sexual” por “abuso deshonesto”).

Ø Contextualización de la información. ¿Se reconocen motivos macro?

En el corpus seleccionado, es posible identificar dos notas en las que se percibe un intento de contextualización del hecho.

Una de ellas es un artículo de opinión, “Sexo, mentiras y video”, escrito por Rolando Hanglin y publicada el 18 de mayo de 2010.

Hanglin, retomando el caso que tuvo lugar en Gral. Villegas, se refiere primero al tema de los videos sexuales, recordando nostálgicamente el “video íntimo” que solían filmar parejas de enamorados, “muy avanzadas en la búsqueda del placer” para “recordar ‘cómo estábamos y qué hacíamos cuando éramos jóvenes’”. La mención tendría como fin enfatizar la actual pérdida de valores como la “castidad, decoro, pudor, intimidad, privacidad, respeto, prudencia”. Con respecto a la actualidad, asegura que “sexo, mentiras y video son parte de la vida cotidiana del país entero”. Vale cuestionar la pertinencia de comparar a la difusión del video de una violación de una menor con el que voluntariamente pueda filmar una pareja de enamorados para su uso personal. El primero entra directamente en la categoría de pornografía infantil. Por otra parte, tampoco se entiende la referencia a la pérdida de castidad o decoro (referencias a la moral sexual) en este tipo de caso, donde lo que prima es un acto de violencia.

La parte más interesante del artículo es, sin embargo, la siguiente, de la que se desprende su conclusión. Hanglin desarrolla la idea de que “ya no se sabe bien, hoy día, qué es un niño y qué es un adulto”, citando, a modo de ejemplo, que “(…) en las puertas de bailantas y discotecas hay muchas chiquillas de 14 años que practican campeonatos de "pete" (fellatio) entre los muchachos (también jovencitos) que las harían entrar al boliche.” Hablar de campeonatos de pete es tanto hiperbólico como poco fundado (¿cuán habituales son realmente estos casos? ¿qué pruebas existen?), se trata de un recurso sensacionalista que apela a escandalizar al lector. Por otra parte, igualar adultez con madurez sexual es discutible.

A partir de esto, sin embargo, Hanglin desprende que sería necesario reconsiderar la idea de que el contacto carnal con menores de 18 años implique necesariamente una violación: “(…) no nos engañemos: las costumbres ya cambiaron. Las leyes, en algún momento, también habrán de cambiar.” Hanglin pondría en duda de esta manera la existencia de un delito en el caso de Gral. Villegas, dado que, en el contexto actual, las menores tendrían habitualmente comportamientos sexuales precoces.

Siendo la chica involucrada una de ellas (“una joven "ligerita" o "rapidita", que ya a los 12 años salía con hombres casados”, según las pancartas y mensajes telefónicos de gente de Villegas) y no “una nena”, como afirman los medios, da a entender que habría incurrido en el acto sexual con el consentimiento propio de un adulto. De esta manera, ni siquiera se plantea a la menor como una víctima culpable, sino como alguien que no fue víctima en lo absoluto. Antes, en cambio, las víctimas serían aquellos hombres que, habiendo inocentemente participado del acto sexual consentido, serían injustamente acusados de violadores.

Por otra parte, la gravedad del suceso es hecha a un lado y, con la excusa de una aproximación irónica al hecho, se lo presenta como algo con tintes cómicos o simpáticos. Por ejemplo, se hace referencia a que los abusadores de Villegas hicieron una “fiestita” con la menor, o se señala que tienen su propia “hinchada”.

Otro artículo que también tiene realiza cierta contextualización fue publicado al día siguiente, el 19 de mayo. Se trata de “No creerles a estas chicas es como volver a abusar de ellas”, escrito por Tomás Rivas. Esta nota plantea una posición opuesta a la de Hanglin. A través de declaraciones de María Elena Leuzzi, presidente de la Asociación Ayuda a las Víctimas de Violación (Avivi), se plantea que, por motivos de discriminación de género y de ignorancia, ante un caso de violación, tiende a pensarse que la víctima pudo haber forzado la situación, o que está mintiendo. Sin embargo, plantea que “las chicas no están aburridas en sus casas y salen a decir que alguien las atacó”. También se rechaza toda posibilidad de que la víctima pudiera haber provocado la situación: “‘Si a mí, como adulto, una menor me provoca, lo que corresponde es decirle ‘nena, andá a tu casa’ y después ir a hablar con sus padres, no agarrarla con dos amigotes’, expresó Leuzzi.”

Asimismo, en esta nota, además de en la correspondiente al 18 de mayo, “Scioli repudió las marchas de Villegas en apoyo a los abusadores e insistió en que la única víctima es la menor”, se pone este caso en relación con uno ocurrido durante esos mismos días en Olavarría, en el que los vecinos se habían movilizado en apoyo de un ginecólogo, acusado de abusar de cinco pacientes. También se hace mención, bajo el subtítulo “Antecedente”, a un episodio anterior, ocurrido en 2007 en Río Negro, en el que los vecinos habrían protestado frente a la acusación de violación de un ginecólogo y profesor de bioquímica de la zona.

Ø Representación de la víctima y los victimarios. Construcción del ámbito criminal, de la naturaleza del crimen y de los criminales.

La víctima es descripta como una menor de 14 años. Por ese motivo, no se da a conocer su nombre ni se realiza una descripción pormenorizada del abuso que sufrió. Eso reduce las posibilidades de explorar el caso desde el morbo, a partir de una descripción detallada del episodio.

Sin embargo, se da lugar a una doble caracterización de la joven, ambivalente y con tintes sensacionalistas.

Por un lado, desde las declaraciones iniciales del intendente de General Villegas, las de los allegados a los acusados y de los habitantes que se manifiestan en defensa de estos últimos, se la describe como una adolescente precoz, activa sexualmente, con antecedentes de conductas sexuales inadecuadas ─con adultos mayores─. Gilberto Alegre, intendente de General Villegas, intentando justificar los hechos, argumenta: “Lo que pasa es que esta chica, dicen, tiene una actitud precoz en su vida sexual. Entonces todos repudian que ahora aparezca como algo forzado cuando fue complaciente.”[1] También Hanglin, en su artículo de opinión y supuestamente retomando frases de habitantes de Villegas, la describe como “una joven ‘ligerita’ o ‘rapidita’, que ya a los 12 años salía con hombres casados”[2]

En otras palabras, se la presenta como una víctima culpable, que habría incitado a los adultos a abusarla, o bien como una no-víctima, que accedió de buena gana al encuentro sexual con los tres hombres con total libertad de elección.

Madriz, en su libro A las niñas buenas no les pasa nada malo(2001), da cuenta de que los medios tienden a construir dos tipos de víctimas femeninas de hechos violentos. Según ellas sean o no respetables, se vistan o no de manera provocativa, o estén o no en lugares apropiados a horas apropiadas, serán representadas como víctimas inocentes o culpables. También Fernández Díaz plantea algo similar. Citando a Mortland, la autora explica que “(…) los medios, narrando agresiones sexuales, no sólo articulan la imagen de una mujer accesible y dispuesta para el asalto, sino que con ello difunden una idea equivocada y confusa de la violencia y de la sexualidad, quedando así esta última supeditada a aquella.”[3] . Además, concluye, “(…) los estudios enfatizan sobre todo que los medios construyen reiteradamente una imagen negativa de la mujer, como provocadora y como culpable de sus propias desgracias.”[4] Este tipo de encuadre sería también habitual en el aparato judicial. Según estudios como los de Coates, Bavelas y Gibson, en casos de asalto sexual, “(…) el aparato legal minimiza las acciones del agresor (cuando no lo victimiza abiertamente […]) y enfatiza las (posibles) acciones negativas de la agredida”[5]

Por estos mecanismos, se presenta entonces a la menor de general Villegas como culpable del abuso recibido (si es que se trató de un abuso, lo cual también está en discusión). Y además, se plantean motivos que habrían movido a la joven a buscar voluntariamente ese tipo de situación: problemas familiares y psicológicos. Así, el tío de uno de los acusados plantea: "Tendría que darle vergüenza a los padres porque sabían bien qué era la nena. Nunca fue cuidada"[6]. Se la llega a plantear, directamente, como una persona enferma y, por ende, anormal. En opinión del Intendente Alegre, efectivamente, se trata de “una chiquita enferma[7], que ya tendría antecedentes en este tipo de comportamiento: “Hablando con la escuela y la familia parece que es una chica que no tiene dificultades. Pero hace dos años atrás, siendo muy precoz, la chica se fuga con un camionero, está una semana fuera de su casa, hay una denuncia y después no pasa nada, no hay ninguna sanción por algo que es tan aberrante como lo de ahora, pero sin filmación”[8]

Esta descripción de víctima culpable, que puede relevarse en la cobertura de las manifestaciones que tuvieron lugar en el pueblo y en las declaraciones de algunos de sus habitantes, convive con la otra clase de caracterización de la víctima citada por Madriz: la de víctima inocente. Así es descripta en las afirmaciones de sus familiares y en el artículo “‘Quiero que esto pase rápido’, dijo la menor abusada en Villegas” que, publicado el 19 de mayo, adopta un estilo sensacionalista, lacrimoso y pietista, tendiente al “golpe bajo”.

Allí se la presenta como una niña asustada e inocente, cuya vida “se transformó en un infierno”[9]. Contraponiéndose a las descripciones que la representan como una adolescente cuasi-adulta que sale al encuentro de los hombres, se observa que, pese a tener 15 años, aparenta 12 y que “no usa maquillaje”[10]. Se mencionan “sus facciones aniñadas, su tez blanca, sin imperfecciones y sus vivaces ojos aceituna que armonizan con su melena color avellana”[11], una descripción idealizada donde la blancura de su piel podría remitir a símbolos de inocencia o pureza. Incluso se agrega que “nadie que la viera podría intuir que esta chica (…) es la protagonista de un video pornográfico”[12], como si las personas que participan de videos pornográficos debieran necesariamente ajustarse a algún estereotipo en lo que hace a su aspecto físico.

Se la presenta como vulnerable, asustada y angustiada (“La secuela para la niña se traduce en repentinos raptos de angustia en los que se abraza con sus hermanos y llora.”[13]) y se afirma que ella sólo quiere que todo termine rápidamente. También su madre sostiene: “Mi hija está shockeada y tiene miedo de que le pase algo en la calle” [14]

Asimismo, hay referencias a problemas familiares, de crianza o educación, que aquí no tienen el rol de justificar sus culpas, sino pintar un cuadro aún más triste y desgraciado. Se afirma que sus padres se preguntan si fueron “demasiado permisivos en algunos aspectos como para que ciertas cosas ocurrieran”[15]. Se hace referencia también a su pertenencia a una familia numerosa y a su origen de clase: “la menor de cinco hijos de una familia humilde que se las arregla con motomandados y subalquileres de piezas”[16]. En esta última afirmación puede descubrirse un tono miserabilista, que caracteriza a los sectores populares desde sus privaciones y desgracias.

En cuanto a los victimarios, se los describe como tres hombres adultos. Inicialmente se da a entender que tendrían entre 25 y 31 años. Con el pasar de los días, en el artículo “Declararon los padres de la menor víctima de abuso”, publicado el 18 de mayo de 2010, se develan sus identidades. Se los identifica como Mario Magallanes, de 24 años; José María Narpe, de 28 años ─ambos solteros─; y Mariano Piñeiro, apodado "Papafrita", de 29 años. Se informa que este último es un ex conductor de grúa que, con la circulación del video pornográfico, perdió su trabajo en el ACA. También se señala que se había separado de su esposa recientemente.

Desde las declaraciones de sus familiares, del intendente de General Villegas y desde la visión de quienes participan de las manifestaciones, no se los caracteriza como victimarios, sino como víctimas del hecho. Afirma Hanglin: “Aparentemente, los tres "abusadores" de Villegas son -para su hinchada, que también la tienen- "los chicos". Y además, las verdaderas víctimas.”[17] Se los postula como hombres inocentes que, en todo caso, habrían cedido o se habrían dejado tentar ante las insinuaciones de una joven que, pese a su edad, era muy experimentada sexualmente. Por lo tanto, se concluye que están siendo injustamente acusados. Efectivamente, la fotografía que acompaña al artículo del 14 de mayo, “Marcha en favor de los imputados de abuso”, muestra a los manifestantes sosteniendo una pancarta con la siguiente inscripción: “Apoyemos a las víctimas de esta injusticia. Toda una ciudad sabe la verdad.”

El intendente de la localidad de general Villegas, Gilberto Alegre, adopta al respecto de los victimarios una actitud ambivalente. Si bien afirma que se trata de “depravados”, a la vez, atenúa su culpabilidad desmereciendo a la víctima del abuso y justificando, parcialmente, las manifestaciones (aunque explícitamente diga repudiarlas): “¿Por qué tanta gente sale a la calle y hay mensajes dando vuelta repudiando todo esto? Es un tema que hay que analizarlo. Porque hay que animarse a salir a la calle en un contexto de esta naturaleza.”[18]. En otras palabras, Alegre da a entender que si tantos vecinos aseguran que estos hombres son inocentes y que la culpable es, en realidad, la menor, “por algo será”.

Según la forma en que se represente a la víctima y a los victimarios, el hecho delictivo pareciera tomar matices diferentes: el abuso de tres hombres adultos a una niña inocente y aterrorizada o un episodio de sexo grupal con consentimiento de todas las partes, en iguales y libres condiciones de decidir. En ambos casos, hay una representación de tintes sensacionalistas y superficiales del hecho, que lo erotiza y deja de lado su gravedad y auténtica importancia.

En efecto, hacer hincapié en los aspectos eróticos, genitales del hecho relativiza la violencia, quita responsabilidad a los victimarios y da a entender que el rol activo y provocador de las mujeres puede explicar y justificar la violencia que se ejerce sobre ellas (Pereyra, 2009). Por detrás de la erotización, hay una operación de despolitización y privatización de la violencia, que pasa a ser una asunto personal de la víctima y los victimarios y no un hecho con raíces sociales y estructurales.

Ø Ubicación del enunciador.

En cuanto a la modalidad enunciativa, la mayor parte de los artículos son predominantemente informativos. Se componen de una sucesión de datos, a veces complementados con citas y, por lo general, no se modaliza ni se manifiestan explícitamente opiniones. En ese sentido, hay una pretensión de objetividad. Pero el problema de este tipo de tratamiento es que los hechos no aparecen integrados en un marco que les dé sentido, no hay interpretación. Y todos los datos aparecen colocados en un mismo plano: la declaración del tío del acusado, la del intendente, la del abogado. En casos de violencia de género como éste, sería necesario insertar el hecho en un contexto y establecer relaciones, antes que simplemente nombrar y enumerar. La intervención de especialistas en temáticas de género (a partir de entrevistas o columnas de opinión), también sería un aporte interesante.

Las excepciones a este estilo se ven en el ya mencionado artículo de opinión de Ronaldo Hanglin (“Sexo, mentiras y video”, del 18 de mayo); y en aquel publicado el 19 de mayo, “‘Quiero que esto pase rápido’, dijo la menor abusada en Villegas”. En este último hay un tono pietista, melodramático, en el que se pone el acento en la inocencia y el sufrimiento de la víctima, presentándola, tal como se señaló en el apartado anterior, como una pobre niña asustada.

Ø Construcción del verosímil. Estrategias.

En primer lugar, la construcción del verosímil se genera a partir de la ubicación espacio temporal de los hechos y una descripción detallada de los eventos. En este caso, al haber una menor implicada, no se da a conocer su nombre, ni se describe en detalle en qué consistió el abuso que sufrió. Tampoco se dan a conocer sus declaraciones Pero sí se realiza una descripción minuciosa del proceso judicial que se está llevando a cabo para esclarecer el caso. Por ejemplo, en la nota “General Villegas: los acusados por el abuso de una menor seguirán en libertad”, publicada el 17 de mayo, al narrar que declararon los padres de la joven, se describe el suceso con lujo de detalles:

“Fuentes de ese establecimiento [la fiscalía de General Villegas], confirmaron a lanacion.com que Fabio Arcomano y un equipo de secretarios viajaron esta mañana desde Trenque Lauquen hasta esa localidad bonaerense [General Villegas] para tomar declaraciones a los padres de la adolescente y poder avanzar en la investigación.

El matrimonio ingresó a las 10.30 a la dependencia junto a Luis Correa, el representante de la familia. Tras casi tres horas de permanecer en el lugar, admitieron a la prensa que estaban "pasando un momento difícil" por la delicada situación de la que es víctima su hija adolescente y pidieron públicamente que ‘los tres hombres sean detenidos’. ‘Pedimos tranquilidad’, manifestaron antes de subir al auto que los esperaba en la puerta del despacho del fiscal.”

Puede hallarse otro ejemplo de esto en el artículo “Declaró la menor violada y filmada en General Villegas”, del 13 de mayo, en el cual se describe detalladamente la cámara gesell empleada en el interrogatorio:

“Diez días después de que los padres de la menor radicaran la denuncia por abuso sexual y difusión de las imágenes de su hija, la joven relató lo sucedido a fines de noviembre del año pasado frente a una psicóloga, como es habitual en el método denominado cámara Gesell, que se utiliza para obtener declaraciones de menores de edad y consiste en un recinto con dos salas separadas por un vidrio espejado. En una de ellas se ubica el menor víctima o testigo del delito que se investiga, junto a un psicólogo o psiquiatra, y en la otra se encuentra el juez, el fiscal y los abogados.”

Por otra parte, otro elemento en la construcción del verosímil son las citas a fuentes oficiales. Se recurre permanentemente a fuentes judiciales, principalmente del abogado defensor de la menor, Luis Tomás Correa; y el fiscal de Trenque Lauquen, Fabio Arcomano. También se apela a diferentes figuras políticas involucradas: el intendente de General Villegas, Gilberto Alegre; los ministros de Educación de la Nación y de Seguridad bonaerense, Alberto Sileoni y Ricardo Casal; y Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires. Asimismo, hay declaraciones de Susana Brime, secretaria de Acción Social.

A la vez, se citan fuentes no oficiales: vecinos de General Villegas que participan de las manifestaciones a favor de los acusados (incluyendo al tío de uno de ellos) y familiares de la víctima (su madre y su hermano). Otra fuente citada, que ocuparía el lugar de especialista en el tema, es la presidenta de la Asociación Ayuda a las Víctimas de Violación (AViVi).

Ø Caracterización de la ley: desempeño de la actividad investigativa. Evaluación desde el medio de la mayor/menor eficacia policial.

Desde el medio, no se plantea ningún cuestionamiento al desempeño de la investigación. Las instituciones policiales y judiciales aparecen valoradas positivamente. De hecho, frente a las manifestaciones en apoyo de los acusados, se citan declaraciones del ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires, Ricardo Casal, en las que este expresa su preocupación porque el pueblo se levante “en desconocimiento de la ley penal”[19], por lo cual deja asentada su intención de enviar equipos de trabajo a la ciudad “para que la población tome conciencia de las normas legales.”[20] Puede desprenderse de esto que la preocupación que despertarían este tipo de manifestaciones no tiene que ver con su significado político, sino que son vinculadas únicamente al conocimiento/desconocimiento de las leyes vigentes. Así, la postura del diario aparece cercana a la ley y al respeto a las instituciones.

Sí se visibiliza cierto cuestionamiento a la Justicia desde los manifestantes que apoyan a los acusados. Por ejemplo, en el artículo “Sigue la polémica en Villegas por el abuso de una menor”, publicado el 17 de mayo, se plantea: “Los manifestantes, varios de ellos mujeres, desplegaron banderas con leyendas como ‘Fiscal, investigue a todos, no sólo a los imputados’ y ‘Justicia para los tres imputados’”[21]. Sin embargo, en realidad el pedido tiene más que ver con el deseo de lo que para ellos sería un desempeño ecuánime de la Justicia que con un cuestionamiento de las instituciones. En otros artículos, aparecen declaraciones que reafirman esto, tales como la de una vecina que participa en una de estas protestas: “Yo soy madre y quiero una justicia equitativa, [porque] uno de los chicos acusados tiene hijos”[22].

Ø Reflexiones sobre la violencia de género y la sociedad

En el tratamiento de esta noticia por La Nación, no se encuadra al caso de abuso como una manifestación de violencia de género; no se emplea esta frase ni ninguna otra equivalente.

Hay una única mención a la palabra género, por parte de la presidenta de la Asociación Ayuda a las Víctimas de Violación. Frente a la idea de que la víctima podría estar mintiendo y no haber sido verdaderamente violada, ella niega esta posibilidad y argumenta que éste “es un tema de discriminación de género y de ignorancia”[23].

En realidad, las manifestaciones de esta clase de violencia son consecuencia de relaciones desiguales entre hombres y mujeres y, por lo tanto, se trata de un problema de tipo social, político y de derechos humanos. Por otra parte, es necesario pensar a la violencia contra mujeres como un fenómeno histórico-cultural, sólo posible en un sistema social que desvaloriza lo femenino, distribuye el poder de forma asimétrica y coloca a las mujeres en una posición desventajosa, a la vez que las construye como seres vulnerables. Por lo tanto, al abordar casos de violencia de género, los medios deberían destacar estas causas estructurales de la violencia y no tratar al caso como uno aislado.

Los sucesos de General Villegas, en cambio, son dados a conocer por La Nación desde una perspectiva individualizante, sin insertarlos en la problemática más amplia del rol subalterno que ocupan las mujeres en una sociedad patriarcal.

La mirada del medio se centra en la vida privada de la víctima, que es evaluada desde los valores prescriptos por la moral patriarcal. Se pasa así a discutir si la menor en cuestión es o no “ligerita” o sexualmente precoz. Desde esta mirada, las conductas y la vida privada de la adolescente involucrada se piensan como posibles justificaciones que podrían excusar a los delincuentes y convertirlos en víctimas. Lo importante pasa a ser si la víctima se buscó lo que efectivamente le sucedió y no la violación en sí, relegada a un lugar secundario. Incluso se llega a plantear la condición de víctima de la joven como discutible ─en base al criterio de la existencia o no de consentimiento─.

Este tipo de estrategia de construcción de un episodio de abuso sexual tiene que ver, tal como explica Fernández García, con la existencia de un estereotipo establecido que presenta a la mujer como receptáculo pasivo del deseo masculino. Parecería entonces que cuando ellas asumen un rol activo, aparecen como merecedoras de un castigo por sus conductas “inadecuadas”. Por ese motivo, en casos de violación, es habitual que se busque responsabilizar a las mujeres con esta clase de conducta.

Es desde este lugar que aparecen afirmaciones como las que realiza Hanglin, que argumentan que, dado que la menor se conducía sexualmente como una adulta, deberían juzgarse sus actos como si efectivamente se tratase de una persona mayor. Se intenta igualar entonces la idea de experiencia sexual con la de madurez o adultez.

En conclusión, se intenta poner en discusión la caracterización del suceso vivido por la joven como violento en base a las conductas sexuales que tendría la joven. Frente a esta operación, es importante señalar que, por el contrario, el abuso sexual es “(…) una forma de poder cuyo primer y último objetivo es producir el daño por medio del sometimiento y la humillación”[24]. Por eso, al representarlo mediáticamente, debería primar su dimensión violenta y no la sexual.

Ø A modo de cierre

Silvia Chejter (1995) clasifica a las noticias de violación en los medios gráficos en base al espacio que se les dedica. Por un lado, existen las breves, rutinarias. Por otro, las intermedias y las largas, en las que un aditamento noticioso parece ser siempre necesario para sean realmente interesantes. En ellas, además, el proceso judicial suele convertirse en protagonista de la información.

El caso ocurrido en General Villegas puede encuadrarse en este segundo caso. La noticia recibió por parte de La Nación una amplísima y prolongada cobertura, en la que el gancho para cautivar y mantener el interés de los lectores fue la discusión sobre quién era el verdadero culpable. El asunto, presentado como polémico, sólo era tal para la moral patriarcal, que considera que las mujeres que no se comportan como niñas buenas y asumen un papel más activo en la sexualidad, se buscan un castigo, se merecen el abuso. Desde la ley y desde una mirada de género, no había nada que discutir.

Así, tan prolongada cobertura, antes que favorecer la concientización sobre los casos de violencia de género, sólo contribuyó a reproducir estereotipos y prejuicios sobre la femineidad.


Bibliografía

Ø Chejter, Silvia (1995): “El discurso periodístico de la violación en la prensa escrita”. En: Travesías. Año 3, Nº 4, Noviembre.

Ø Fernández Díaz, Natalia (2003). “Las mujeres y los discursos mediáticos”. En: La violencia sexual y su representación en la prensa. Barcelona, Anthropos. Pág. 32

Ø Madriz, Esther (2001): “Introducción” (fragmento). En: A las niñas buenas no les pasa nada malo. México, Siglo XXI.

Ø Pereyra, Marcelo (2009): “No matarás (de nuevo), o de cómo el crimen de Nora Dalmasso de transformó en pasión de multitudes”. Actas del I Congreso Interdisciplinario sobre Género y Sociedad. Debates y prácticas en torno a Violencias de género. Córdoba, Argentina, 18, 19 y 30 de mayo.

Artículos periodísticos:

Ø S/D. “Declaró la menor violada y filmada en General Villegas”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 13 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

Ø S/D. “Pidieron la detención de los tres acusados de abusar a una menor en General Villegas”. En: lanación.com. Sección: Información general. 13 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

Ø S/D. “Marcha en favor de los imputados de abuso”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 14 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

Ø S/D. “Opiná sobre el caso de abuso en General Villegas”. En: lanación.com. Sección: Información general. 14 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

Ø S/D. “Rechazan la eximición de prisión de los tres acusados por abuso en General Villegas”. En: lanacion.com. Sección: Información general. 14 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011

Ø S/D. “Rechazan la eximición de prisión de los tres acusados por abuso en General Villegas”. En: lanacion.com. Sección: Información general. 14 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

Ø S/D. “Sileoni lamentó que haya ‘una defensa corporativa horrible’ en General Villegas”. En: lanacion.com. Sección: Información general. 16 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

Ø S/D. “Sigue la polémica en Villegas por el abuso de una menor”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 17 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

Ø S/D. “General Villegas: los acusados por el abuso de una menor seguirán en libertad”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 17 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

Ø S/D. “Declararon los padres de la menor víctima de abuso”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 18 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

Ø Hanglin, Rolando. “Sexo, mentiras y video”. En: lanacion.com. Sección: Información general. 18 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011

Ø S/D. “Scioli repudió las marchas de Villegas en apoyo a los abusadores e insistió en que la única víctima es la menor”. En: lanacion.com. Sección: Información general. 18 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011

Ø Gaffoglio, Loreley. “‘Quiero que esto pase rápido’, dijo la menor abusada en Villegas”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 19 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

Ø Rivas, Tomás. “No creerles a estas chicas es como volver a abusar de ellas”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 19 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.




[1] S/D. “Rechazan la eximición de prisión de los tres acusados por abuso en General Villegas”. En: lanacion.com. Sección: Información general. 14 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011

[2] Hanglin, Rolando. “Sexo, mentiras y video”. En: lanacion.com. Sección: Información general. 18 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011

[3] Fernández Díaz, Natalia (2003). “Las mujeres y los discursos mediáticos”. En: La violencia sexual y su representación en la prensa. Barcelona, Anthropos. Pág. 32

[4] Fernández Díaz, Natalia (2003). Op. Cit. Pág. 32

[5] Fernández Díaz, Natalia (2003). Op. Cit. Pág. 33

[6] S/D. “Rechazan la eximición de prisión de los tres acusados por abuso en General Villegas”. En: lanacion.com. Sección: Información general. 14 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

[7] S/D. “Rechazan la eximición de prisión de los tres acusados por abuso en General Villegas”. Op. Cit.

[8] S/D. “Rechazan la eximición de prisión de los tres acusados por abuso en General Villegas”. Op. Cit.

[9] Gaffoglio, Loreley. “‘Quiero que esto pase rápido’, dijo la menor abusada en Villegas”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 19 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

[10] Gaffoglio, Loreley. Op. Cit.

[11] Gaffoglio, Loreley. Op. Cit.

[12] Gaffoglio, Loreley. Op. Cit.

[13] Gaffoglio, Loreley. Op. Cit.

[14] S/D. “Marcha en favor de los imputados de abuso”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 14 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

[15] S/D. “Marcha en favor de los imputados de abuso”. Op. Cit.

[16] S/D. “Marcha en favor de los imputados de abuso”. Op. Cit.

[17] Hanglin, Rolando. Op. Cit.

[18] S/D. “Rechazan la eximición de prisión de los tres acusados por abuso en General Villegas”. Op. Cit.

[19] S/D. “Sigue la polémica en Villegas por el abuso de una menor”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 17 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

[20] S/D. “Sigue la polémica en Villegas por el abuso de una menor”. Op. Cit.

[21] S/D. “Sigue la polémica en Villegas por el abuso de una menor”. Op. Cit.

[22] S/D. “Marcha en favor de los imputados de abuso”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 14 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

[23] Rivas, Tomás. “No creerles a estas chicas es como volver a abusar de ellas”. En: La Nación. Edición impresa. Sección: Información general. 19 de mayo de 2010. Fecha de consulta: 12 de junio de 2011.

[24] Fernández Díaz, Natalia (2003). Op. Cit. Pág. 32

0 comentarios:

Publicar un comentario