La “animalidad” como motivo de las violaciones, por Lilián Bareilles

En su texto “La eternización de lo arbitrario”, Pierre Bourdieu plantea que las estructuras sexuales permanecen con relativa constancia. A pesar de los cambios superficiales que se pueden observar a primera vista en nuestra sociedad, las relaciones entre los sexos no se han transformado demasiado a lo largo de la historia. Según el autor existe una deshistorización y eternización de estas estructuras de poder, en las que los hombres están por sobre las mujeres, en tanto el esquema de dominación esta basado en el modelo patriarcal. Para Bourdieu, el estudio del lenguaje permitiría entender la dimensión propiamente simbólica de la dominación masculina.[1]

A continuación intentaremos dar cuenta de los procesos de enunciación de las noticias vinculados con la violencia de género, que ocultan la desigualdad estructural de poder entre los hombres y mujeres acudiendo a otro tipo de argumentos, vinculados con la naturaleza o la animalidad (o incluso con una actitud provocadora o poco preventiva de las mujeres). La noticia seleccionada para este análisis es sobre la violación de una adolescente de 16 años de edad, del Diario Clarín. El hecho sucedió el miércoles 8 de Junio, la noticia fue publicada el sábado 11 del mismo mes.[2]

Según lo planteado por la socióloga Silvia Chejter:

“…las noticias de violación (…) en mayor medida que otras, exhiben el imaginario social de la sexualidad, del poder, la violencia, la justicia, la verdad, las concepciones de los normal y lo desviado, de lo cultural y de lo natural, de lo aceptable y de lo intolerable, desplegando ampliamente las jerarquías y ordenamientos sociales”.[3]

La nota periodística con la que trabajaremos es un ejemplo de lo que la autora Natalia Fernández Díaz[4] plantea como la espectacularización de los ataques sexuales que realizan los medios periodísticos. En la nota seleccionada la espectacularización es acompañada por el sensacionalismo presente en el relato. Se hace un minucioso detalle de las heridas y del estado en el que la adolescente estaba después del hecho, además, se utiliza otro “ingrediente” que hace que este caso llame la atención, al parecer la adolescente fue drogada, por lo que no se acuerda nada de lo sucedido.

“Carla [nombre falso utilizado en la nota periodística para proteger su identidad] y su madre tienen la impotencia de no poder explicar con exactitud qué fue lo que pasó, pero tienen claro que la chica fue atacada por dos hombres en la esquina de su casa y que la metieron en un auto en el que la drogaron, la tajearon con brutalidad y abusaron de ella. Y que poco después, la abandonaron dormida cerca de la Plaza Flores.”[5](Clarín 11/06/2011).

El mismo título de la nota espectaculariza el hecho: “Violan brutalmente a una adolescente en Floresta”. Parece que existieran ciertos elementos que hacen que esta violación en particular sea violenta o brutal, aquí se ponen en juego las diferencias planteadas por Chejter entre las violaciones “aceptadas” y aquellas que resultan intolerables. Lo que convertiría a esta violación en un hecho intolerable es que la atacada era una “niña buena”[6], no estaba en un lugar indebido ni fue provocadora, estaba yendo a comprar chocolates para ella y para su familia, estaba muy cerca de su casa. Sin embargo los hombres que la agarraron no solo la violaron, además la golpearon y lastimaron, le cortaron su cuerpo. Pero es necesario resaltar que no existen violaciones más aberrantes y violentas que otras. Todas son traumáticas y repudiables, producto de la desigualdad en la estructura de poder entre hombres y mujeres, pero esto es ocultado en la cobertura periodística realizada por Clarín.

A lo largo del relato de los sucesos se hace mención a que la denuncia de esta violación es la sexta realizada en Capital Federal en el transcurso de un mes. Este enunciado funciona como una alerta, no solo de la inseguridad que hay en las calles sino de la inseguridad a la que se enfrentan las mujeres. A partir de lo planteado por Esther Madriz, podemos vincular esta advertencia dentro de la construcción social del miedo que se les impone a las mujeres. Madriz sostiene que el miedo en sí es un elemento importante para mantener a las mujeres serviles y subordinadas socialmente. Ser mujer significa, en nuestra cultura, ser vulnerable, por esto las advertencias forman parte de la socialización de las niñas. La vulnerabilidad y el sentimiento de debilidad son intensificados, generando miedo. A partir de esta debilidad se impone la idea de que las mujeres deben subordinarse a los hombres para ser protegidas y cuidadas.[7]

En la nota de Clarín, este miedo impuesto a las mujeres es reforzado al aclarar que la joven atacada iba a comprar chocolates cerca de su casa cuando fue interceptada por dos hombres, generando la sensación de que los ataques le pueden pasar a cualquiera en cualquier momento y lugar, sobre todo si una anda sola de noche, sin la protección de un hombre. La víctima de esta violación no ocupa el lugar de “mala niña” en la noticia, porque no estaba en un lugar indebido ni fue provocadora en su accionar, si ocupa el lugar de “tonta” en tanto era de noche y no estaba acompañada, no había nadie que la cuide.

Silvia Chejter divide las noticias sobre violación en dos tipologías[8]:

· Noticias cortas: son noticias rutinarias y de aparición limitada. Se inscriben en un proceso informativo continuo, que da cuenta de sucesos que ocurren y que amenazan a las personas. Funcionan como una advertencia preventiva para las mujeres, recuerdan la vulnerabilidad de estas.

· Noticias intermedias o largas: su cobertura se extiende varios días o meses. Para que esta cobertura se lleve adelante debe suceder algo más que una violación, como por ejemplo: un homicidio.

La noticia seleccionada forma parte de la primera tipología. Es una noticia corta que no fue abordada nuevamente en los días posteriores a su publicación, es acompañada por una descripción casi minuciosa del cuerpo de la víctima y de los golpes de la misma, satisfaciendo, según lo planteado por Chejter, cierto voyeurismo y morbosidad del público.

Si bien la noticia es integrada a un conjunto de denuncias sobre abuso, en ningún momento se hace alusión a motivos macro. No se hace mención ni se enmarca el hecho en el problema de la desigualdad de poder estructural entre los hombres y las mujeres que existe en nuestra sociedad.

Los victimarios son caracterizados a partir de su brutalidad, y los daños que generaron en la víctima son comparados con daños realizados por un animal:

“La chica tiene varios surcos de sangre en el cuello y en su brazo izquierdo, como si hubiese sido atacada por algún animal con garras”. (Clarín 11/06/2011)

Según Fernández Díaz, la espectacularización de los ataques sexuales, acompañados por una animalización de los victimarios, tiene como efecto la desresponsabilización de los hechos. En tanto los animales no razonan, no forman parte de un proceso de socialización, no se los puede culpar por su naturaleza “insaciable”. Los motivos del ataque son buscados, entonces, en las víctimas, ya sea por provocar el deseo de los hombres, o por andar en lugares indebidos, o como mencionamos anteriormente por andar solas en la noche, sin la adecuada compañía y protección de un hombre. A partir de este abordaje realizado por los medios, las estructuras profundas discriminatorias de las mujeres permanecen intactas (o más que permanecer intactas, son reforzadas). Según Fernández Díaz, la violencia de género no puede reducirse a las acciones de locos depravados y desconocidos, la violencia sexual no es una patología ni un deseo incontrolado, sino que forma parte de un paradigma de poder (masculino). Al ocultar esto, los medios no solo dan una perspectiva equivocada de los ataques sexuales, sino que además refuerza la imagen de una mujer accesible y dispuesta para el asalto (a partir de la debilidad y vulnerabilidad de ésta). Según la autora se construye una imagen negativa de la mujer como provocadora y culpable de la violencia que sufre.

En la noticia abordada por este análisis, el verosímil es construido a partir de la utilización del testimonio de la víctima y de la madre de esta joven, la nota es acompañada por una fotografía en la que se muestra el brazo cortado de la menor. Pero el solo relato de la víctima y de su madre no parece ser suficiente, por lo que se hace mención a ciertas fuentes oficiales, que confirman los hechos. Según Chejter, “las fuentes son tanto mas respetables cuanto más oficial y mas institucional es su origen, y mas autorizados sus voceros”[9]. Si bien en la noticia analizada no se explicita el origen de algunas fuentes, basta decir que son fuentes oficiales para darle veracidad al discurso.

La ley, la policía en este caso, es presentada como la figura encargada de develar los misterios, en tanto según se menciona en el artículo noticioso los hechos son confusos: “Fuentes del caso dijeron que el hecho “todavía es confuso” y que las pericias de Policía Científica estarán listas en 48 horas” (Clarín 11/06/2011).

La autoridad y el monopolio de la verdad de lo sucedido están volcados en las pericias policiales, que esclarecerán lo sucesos. La primera pregunta que surge al leer la cita seleccionada es ¿Cuáles son las fuentes del caso? Y, ¿a qué se refieren con confuso? ¿Se pone en duda el relato de la víctima?

Lo que parece observarse a lo largo de esta nota periodística, es una simplificación de aquello surgido a partir de relaciones y esquemas de dominación complejos y desiguales. Se espectacularizan hechos que son traumáticos para las víctimas, pero en realidad no hay grados de gravedad en las violaciones, todas son violentas y repudiables. Como plantea Silvia Chejter, las adjetivaciones que se realizan sobre estos hechos (brutal, salvaje) no son calificadores, sino significantes.[10]



[1] Bourdieu, Pierre. “La eternización de lo arbitrario”. En La dominación masculina. Barcelona. Ed. Anagrama.

[3] Chejter, Silvia. “El discurso periodístico de la violación en la prensa escrita”. En Travesías. Año 3, n° 4 Noviembre. Pág. 18.

[4] Fernández Díaz, Natalia. “Las mujeres y los discursos mediáticos”. En La violencia sexual y su representación en la prensa. Barcelona. Ed. Anagrama. 2003.

[5] El resaltado corresponde al texto original.

[6] Madriz, Esther. “Introducción”. En A las niñas buenas no les pasa nada malo. México. Ed. Siglo XXI.

[7] Ídem.

[8] Chejter, Silvia. “El discurso periodístico de la violación en la prensa escrita”. En Travesías. Año 3, n° 4 Noviembre. Pág. 18.

[9] Ídem.

[10] Ídem.

0 comentarios:

Publicar un comentario